Escribir la historia de los padres revolucionarios

08.07.2019

Laurence Debray: "Este libro me ayudó a entender mejor a mis padres"

Laurence Debray es hija del filósofo francés Regis Debray y la antropóloga venezolana Elizabeth Burgos. Ambos fueron parte de la causa revolucionaria de Fidel Castro y el Che Guevara. En 1967 Regis Debray se unió a la guerrilla del Che en Bolivia como agente de enlace y fue detenido. Recién cuatro años después recuperó su libertad. Pero ninguno de los dos habló con su única hija de su pasado.

"Creo que escribí este libro para romper el silencio de ellos sobre sus vidas. Ellos nunca me contaron. Lo supe por casualidad. A los seis o siete años en el colegio un compañero me dijo tu sabes que tu padre fue a la cárcel. Mi padre en ese momento era consejero de Mitterrand (presidente francés). Volví a casa a agobiada y me dijeron son viejas historias,", dice la autora

"Necesitaba saber qué habían hecho antes que yo llegara, por qué eran padres tan raros. Me criaron mis abuelos, yo me sentía más a gusto con ellos, con su vida más burguesa, más organizada, más cariñosa. Si veía mucho a mis padres, pero ellos estaban en sus cosas, en intentar salvar al mundo", agrega la hija de revolucionarios.

¿Cómo conseguiste la información?

En archivos, hablando con amigos de ellos, leyendo prensa de la época, poco a poco fui reconstruyendo. Cuando les mostré el manuscrito final pensé que íbamos a discutir y no. No se opusieron a la publicación. Mi padre pensó que el libro no tenía ningún interés, pero que si yo lo quería hacer lo hiciera. Me pidió quitar algunas cosas que eran muy dolorosas para él. Lo quité, no quería que fuera contra ellos, no quería agredirlos. Eran detalles sobre la tortura que pudo vivir en la cárcel, pero me dijo "muchos se quedaron muertos ahí y todo eso no es nada al lado de la muerte".

¿Por qué te parece que siguen sin decirte nada?

Creo que es demasiado doloroso, una época muy traumatizante para ellos, no quieren vivirlo de nuevo, y quizás también me quisieron proteger. Además esa vida de clandestinidad hay un pacto de silencio y eso implica la familia. Soy hija única, mis abuelos no querían hablar por ellos. Con el libro pensaba que iba a tener un dialogo, que lo iban a comentar, por lo menos decir estas equivocada, pero no hubo nada. Ellos siempre me dieron mucha libertad, no fueron posesivos conmigo, hice mi camino y aproveché la libertad que me dieron.

¿El libro te ayudó?

Es una cosa como de terapia, me ayudó a entenderlos mejor. Eran como extraterrestres para mí. Siguen siendo gente extraña pero puedo entender cosas, respeto más que no fueron padres muy comunes. Entiendo el porqué de algunas cosas, que haya algunas razones.

¿Cómo era ser hija de revolucionarios?

En Francia no hay muchos. Los amigos de mis padres habían hecho el Mayo del 68, pero no había héroes de la revolución. Sus amigos se quedaron hablando de política en los café del barrio latino. Mi padre después de tanto drama no tenía con quién compartirlo y se quedó todo para él. Cuando fui a Cuba me decían tu padre fue mi héroe de la revolución, tampoco me dieron detalles.

¿Tenías miedo de descubrir que había traicionado al Che como dijeron algunos?

Mi padre acompañó al Che. Los americanos ya lo sabían todo. Pude saber que no lo traicionó. Soy muy miedosa y bajo la tortura hubiera dicho todo. No lo hubiera juzgado a mi padre, no tenía ese miedo, lo hubiera entendido muy bien, pero no fue así. Después de cuatro años de cárcel va a Chile y mucho a Cuba. Había algo sentimental, personal. La relación con los compañeros de lucha era aún más importante que la ideología, seguían siendo hermanos. Vuelven a Francia cuando se dan cuenta que no hay nada más que hacer, que la revolución no llegó. Mi padre ahí empieza a llegar al poder de manera democrática. Mi mamá se volvió más francesa que las francesas. Volvió a Venezuela sólo de vacaciones y muy poco.

¿Cómo fue tu infancia?

En mi casa vivía gente y yo no me atrevía a hacer preguntas. Escondían gente, pero tampoco me explicaban mucho. Escuchaba las historias de los exiliados que había que ayudar, sabía que algunos habían sido torturados, pero tampoco entraban en detalles, había mucho pudor. Pero sabía que la política podía ser horrible. La vida estaba entregada al compromiso total, la política encima de la familia, eso era mi vida, todo era salvar el mundo. Mis padres no jugaban conmigo, no había espacio para la infancia, si lo había con mis abuelos. Muchas veces me quedaba a dormir en lo de mis abuelos que vivían frente a la escuela, pasaba los fines de semana con mis padres y me aburría mucho. Su compromiso político era más fuerte.

¿Y en tu vida adulta?

No tengo intimidad con ellos, no es como tu madre que te llama para saber de ti. Estaban como obsesionados con otras cosas. Me dio tristeza era muy difícil, encontrar mi lugar, además son gente brillante, encontrar donde situarme.