Intelectuales de América y Europa alertan contra Bolsonaro
Pensadores y artistas opinan sobre la posible victoria del ultra en Brasil

La decisiva votación de este domingo en Brasil marcará un antes y un después en la historia del país más grande de América Latina. La victoria del ultraderechista Jair Bolsonaro que pronostican las encuestas sumiría a Brasil en una era incierta, en la que, si se cumplen todas sus amenazas, la democracia sufriría un claro retroceso. Ante este escenario opinan destacados intelectuales, pensadores y personalidades de la cultura de América y Europa, que valoran la posible llegada al poder de Bolsonaro.

Walter Salles, cineasta brasileño
Estaríamos entrando en un periodo de oscuridad, que traería consecuencias no solamente para Brasil. Sería la victoria del prejuicio y de la intolerancia. Sería también el fin de la agenda ambiental del país, la salida de Brasil del acuerdo climático de París, el fin del sistema de cuotas en las universidades y de otros mecanismos de inclusión social. Las puertas estarían abiertas para la deforestación de la Amazonia. La retórica bolsonarista lo coloca más cerca de Duterte de que de Trump, con las consecuencias nefastas de lo que se ve en el régimen dictatorial filipino. En relación a su programa económico, conviene recordar que el ultra-liberalismo de la escuela de Chicago solo ha convivido con regímenes dictatoriales en Latinoamérica, como en Chile de Pinochet. No creo que ese modelo pueda establecerse en un país democrático como Brasil, a menos que la propia democracia sea puesta en riesgo.

Sergio Ramírez, escritor nicaragüense
Jair Bolsonaro, el favorito para ganar la segunda vuelta electoral en Brasil, surge del desencanto en la izquierda que, al resultar culpable de corrupción, mató muchas esperanzas: ¿No era la corrupción un vicio exclusivo de la derecha? Pero surge también de la transformación de un electorado inmenso, el más grande y variado de América Latina, en una gran escuela de samba donde baila su danza macabra la demagogia más pervertida, Dios, orden, familia; ensaya su paso la añoranza por las dictaduras militares para que se meta en cintura no a la pobreza, sino a los delincuentes que reinan en las favelas; cantan a capela sus loas al salvador de la patria patriarcal los predicadores de las iglesias fundamentalistas que gracias a los réditos y diezmos viven con el lujo de reyes de baraja; mueve el trasero la complacencia de los grandes magnates con un ojo tuerto para la corrupción de los capos de los partidos de derecha y el otro abierto para mandar al patíbulo a los de la izquierda; y mientras atruenan los tambores el rey Momo va en su carroza seguido por su corte de la que han sido expulsadas las mujeres, coronado en una cuaresma electoral que, ya lo veremos, tendrá su viernes santo.

Juan Villoro, escritor mexicano
Bolsonaro representa un riesgo extraordinario para América Latina y para el mundo entero. Estamos viendo el ascenso en elecciones de un candidato al que no podemos vacilar de calificar de fascista. Es un candidato discriminatorio y racista quien paradójicamente ha logrado, ya sea por miedo en un sentido pragmático de conveniencia, tener el apoyo de los sectores que él mismo repudia. Se ha opuesto a cualquier práctica democrática al dedicarle su triunfo al torturador de Dilma Roussef, ha insultado a los homosexuales, a los negros, una comunidad muy importante en Brasil, a los pobres. Es verdaderamente vergonzoso que se convierta en un candidato que niega la participación comunitaria, la tolerancia y que aparentemente será el hombre fuerte de Brasil. Es muy peligroso que este ejemplo parecido a Trump, aunque más agudo, pueda estimular respuestas parecidas en el continente. Estamos ante una ascensión de la irracionalidad política que nos obliga a recordar que Hitler llegó democráticamente al poder.

Alma Guillermoprieto, reportera y escritora mexicana
Me parece que la probable elección de Bolsonaro sea tal vez lo más peligroso que ha ocurrido en América Latina en épocas recientes. No solo por lo que su capacidad de generar odio va a afectar a los brasileños, ni por lo impracticable de sus políticas económicas, sino porque su promesa de abrir la región amazónica a la explotación comercial pone en peligro la salud del planeta entero.

Juan Gabriel Vásquez, escritor colombiano
Jair Bolsonaro es un fascista: y sería un error, un nuevo error en la larga cadena de errores que los demócratas hemos cometido en los últimos dos años, creer que es una desmesura llamarlo por ese nombre. Lo que ocurre es que el suyo es un fascismo de nuevo cuño que todavía no nos espanta como debiera, tal vez porque actúa desde dentro, minando la democracia mediante la explotación de sus propias libertades, de sus propias garantías. Pero sus rasgos son inconfundibles: el elogio de los autoritarismos militaristas, la violencia verbal más cínica y directa que ha visto la política latinoamericana en décadas, el grotesco matoneo de todas las minorías y, sobre todo, el eficaz uso de los discursos del enfrentamiento y la división (del nosotros contra ellos: primera página del manual del populismo extremista). Su victoria en Brasil, jalonada por la desinformación de Facebook y las calumnias en cadena del Whatsapp, propiciada por el resentimiento, el miedo y la ignorancia, sería una instancia más en el progresivo desmantelamiento de la democracia occidental. Son palabras grandes, como grande es el primer adjetivo de este párrafo; pero seguir jugando a las palabras pequeñas es lo que nos ha puesto aquí. Esta gente es peligrosa y sus votantes están equivocados. Que no nos dé pudor decirlo.

Jorge Ramos, periodista mexicano
El auge de Bolsonaro en Brasil refleja, desafortunadamente, lo peor de Brasil y de América Latina. No hay duda. En nuestro hemisferio hay una enorme desilusión con la democracia. Como la democracia no se come, ni evita que te maten, ni ha reducido significativamente la distancia entre ricos y pobres, hay un regreso a la idea del hombre fuerte. En toda América Latina hemos tenido una salvaje variedad de tiranos y dictadorcillos. Pero ahora en Brasil reaparece como un monstruo de más cabezas: machista, homófobo, xenófobo, misógino y racista.
Al igual que como ocurrió con Trump en Estados Unidos, es muy preocupante que a millones de votantes brasileños no les importe votar por alguien como Bolsonaro. Es como si su voto no dijera nada sobre ellos. Pero se equivocan. Tu voto habla de quién eres tú. Les guste o no, los casi 63 millones de personas que votaron por Trump se parecen a él. En algo. Igual ocurre en Brasil. Y prepárense: Trump -con sus ataques, mentiras y prejuicios- partió en dos al país. Los brasileños están a punto de hacerlo también. Y todo, irónicamente, gracias a la democracia.

Noam Chomsky, lingüista
La elección de Bolsonaro será una tragedia para Brasil y la región. De hecho, para el mundo. Literalmente. Uno de sus planes más escandalosos consiste en abrir el Amazonas para que lo exploten sus votantes ricos del negocio agrícola, con consecuencias devastadoras para el medio ambiente global, además de para los habitantes indígenas, que no merecen un centímetro cuadrado de espacio, como declaró en un llamamiento a un virtual genocidio.
Bolsonaro no sólo es uno de estos vergonzosos líderes de extrema derecha que degradan la política contemporánea. Va mucho más allá. Quizá su momento más vil -y hay muchos- fue durante el grotesco 'golpe suave' de la derecha, cuando un Parlamento formado por destacados criminales destituyó a la presidenta Dilma Rousseff basándose en motivos irrisorios. Bolsonaro dedicó su voto al jefe de la espantosa unidad de tortura de la dictadura que fue responsable de la feroz tortura de Rousseff. Quizá no sorprenda viniendo de alguien que critica la dictadura sólo porque esta no asesinó a 30.000 personas, como en Argentina. Una lista de horrendas salidas de tono llenaría muchas páginas. Sus programas para el país, si se aplicasen, serían muy beneficiosos para los inversores y los superricos a expensas de la población considerada sin valor, una categoría amplia, mientras el país declina hacia una caricatura lamentable.

Joan Manuel Serrat, cantante español
Un personaje como Bolsonaro aparece constantemente en los diferentes países del cono sur, del este y del oeste. Es un personaje con un argumento misógino, racista, homófobo. Es difícil de asumir, sin embargo, que lo apoye la mitad del país. Imagino cómo estarán amigos y compañeros como Caetano Veloso, María Bethania o Gilberto Gil. Para ellos debe ser una circunstancia dolorosa, de soledad y de abandono, de necesidad de transmitir a la gente que conocen por el mundo que ellos son lo que son. Este Bolsonaro no me parece tan espantoso como el hecho de que miles de brasileños lo hayan percibido como una alternativa de gobierno con ese ideario que propone. El racismo de Trump es lamentable, porque es la prolongación del pasado supremacista de la América profunda. Y a pesar de todas sus barbaridades, acerca de las mujeres, de sus opositores, sus comentarios no se acercan ni de lejos al racismo de Bolsonaro. Su retórica incluye odio e incendio. A su ascensión contribuyen las Iglesias, la pentecostal y la católica, que le apoyan en sus denuestos contra el aborto y sobre la droga. Subyace en todo lo que hace la venganza contra políticas sociales de Lula y de Dilma, que sacaron a treinta millones de personas de la pobreza.

Alejandro Sanz, cantante español
La gente reacciona muy bien, lamentablemente, a los discursos más aberrantes e insospechados. A veces ocurre que cuando estos personajes, como Trump o Bolsonaro, ocupan los puestos para los que son elegidos después de esas bravatas, bajan el tono y se cuidan mucho de cumplir sus barbaridades. La estupidez es una droga que lleva a la gente a ir cada vez un poco más lejos en sus barbaridades, y las palabras se convierten en placebos, se vuelven inocuas. Pero no hay manera de olvidar el efecto que tienen sobre la ciudadanía, aunque ésta deje de sorprenderse de lo que escucha.

Bernard-Henri Lévy, filósofo y escritor francés
Veo y entiendo la desazón, la tristeza y la cólera de los brasileños. Sin duda, la crisis está ahí. Y la extensión de la corrupción. Y el aumento de la violencia urbana. Pero ninguna solución puede venir de un populista que no hace más que prometer nuevas violencias y el desgarro de su pueblo. ¿Hay que recordar las innumerables declaraciones racistas, misóginas, homófobas, belicistas y, a veces, criminales del candidato que hoy encabeza los sondeos? Y, ¿no es evidente que las declaraciones de este tipo, así como el programa que las acompaña, van en contra de todo aquello de lo que Brasil puede estar orgulloso: su multietnicidad, su tradición y sus prácticas de acogida, su liberalismo verdadero y la cohabitación, en sus ciudades inmensas y bellas, de múltiples creencias?
Me cuesta creer que la patria de Chico Buarque y Chico Mendes se deje así tentar por un retorno a un pasado atroz, que ha dejado tantas cicatrices aún abiertas. Me cuesta imaginar que el país dé la espalda de repente al adagio famoso: 'Brasil, tierra de futuro'. Es por esto que expreso el deseo de que, antes de que sea demasiado tarde, el país rompa el proceso anti-democrático mortífero que se inició en 2014 y que hoy llega a su estadio más crítico. Le queda una semana para evitar un vuelco que difícilmente será reversible. Brasil debe extraer fuerzas de su memoria sufriente y del recuerdo de los horrores de la dictadura militar que entre 1964 y 1985 tomó el país como rehén. Debe decir #EleNão al candidato de extrema derecha que exhibe abiertamente su desprecio por las reglas democráticas. Todos sabemos que el nacionalismo exacerbado, el desprecio por los derechos humanos y las minorías, la agitación del odio como estrategia de campaña son las armas de los populistas. Y la Historia, incluida la brasileña, rebosa de ejemplos dramáticos que indican adónde puede conducir esto.
Brasil no es, ciertamente, el único país que debe enfrentarse a una ola populista. Mi país, Francia, ve también cómo constantemente se pone a prueba la República. Pero, hasta ahora, un frente republicano siempre ha logrado hacer barrera. Brasil puede hacer lo mismo. Puede elegir a un candidato serio y probo, Fernando Haddad. Que pueda, votando a Haddad, evitar que un hombre que con orgullo encarna la barbarie eche por tierra tan reciente democracia. Brasil vale más que esto. El Brasil que el mundo entero admira es el de las mujeres que se manifiestan contra el horror. Es el Brasil de las Marielles. Es el de la una oposición resuelta a Bolsonaro y a sus armas.