¿Comes para calmarte? Padeces obesidad psicógena

27.01.2021

Comer desde el estrés, los nervios o la ansiedad puede resultar muy perjudicial para nuestra salud

Cuando estamos agobiados, sentimos estrés, o estamos nerviosos. Hay quienes se les cierra el estómago, otros que no pueden evitar morderse las uñas; los inquietos que necesitan liberarse con el ejercicio y, claro, los que sienten que necesitan comer, comer y comer sin parar.

En una época como la que vivimos, en la que la incertidumbre está a la hora del día, y recibimos con más normalidad noticias que pueden hacer aflorar en nosotros sentimientos y sensaciones que no nos hacen sentir bien, es muy fácil recurrir a la comida para paliar eso que sentimos. E incluso más ahora que, entre el teletrabajo y la reducción de las actividades y horas de ocio, pasamos mucho más tiempo en casa. Todo esto crea el campo de cultivo perfecto para empezar a comer de manera emocional. Y, claro, es importante conseguir ponerle remedio a esto.

Comenta la psicóloga Pilar Conde que las personas tendemos a desarrollar diferentes estrategias inadecuadas con el fin de disminuir la ansiedad y es aquí donde la comida juega un papel importante. "Buscamos a través de determinados comportamientos liberarnos de nuestro malestar, sin ser conscientes de que esos mismos comportamientos son los que nos hacen la zancadilla, ya que contribuyen al mantenimiento de ansiedad", apunta.

¿Por qué recurrimos a la comida para sentirnos mejor?

Lo que ocurre cuando recurrimos a la comida para sentirnos bien, es que en el momento de comer nos calmamos pero, después al ser conscientes nos sentimos peor; nos damos cuenta de que ha sido un bienestar efímero. Otro problema es que cuando recurrimos a la comida para calmarnos, casi siempre elegimos alimentos ultraprocesados repletos de grasas y azúcares, que tienen consecuencias negativas para nuestra salud. "Cuando este círculo vicioso se prolonga en el tiempo y es el responsable último del aumento de kilos de alguien, hablamos de obesidad psicógena", comenta la psicóloga, que apunta que esta puede tener su origen en problemas de regulación emocional, manejo del estrés y de ansiedad desde que somos pequeños a través de la comida, o bien, tras la experiencia de un evento de alto impacto emocional como, por ejemplo, la pérdida de un ser querido.

Cuando se presenta un problema de alimentación emocional, que pueda derivar en una obesidad psicógena que es esencial para poder mejorar nuestros hábitos de alimentación acudir a un psicólogo y no solo a un nutricionista. A nivel psicológico, comenta la profesional, lo que se debe hacer es reforzar los hábitos saludables relacionados con la forma de comer, los horarios, y también la manera en la que realizamos la compra. Una manera de hacerlo es a través del "mindful eating", una rama del mindfulness. "Esto consiste en centrarnos en nuestra alimentación y aplicar una consciencia que nos sirva para entender que involucra el acto de la alimentación, desde el momento que voy a comprar hasta que me siento a comer", explica Fran Sabal, dietista-nutricionista. ¿Y esto por qué nos ayuda? Comenta la nutricionista que el problema que podemos encontrar es que mientras comemos estas atentos a muchas otras cosas, por lo que nuestra mente no asimila que ya hemos comido y, por lo tanto, pronto tenemos ganas de volver a la cocina.

Consejos para realizar una alimentación consciente

La dietista-nutricionista reitera que tanto la psiconutrición como la práctica del mindfulness nos pueden ayudar para vencer este tipo de obesidad o simplemente, evitar comer de manera emocional. Por ello, deja para terminar unos consejos para practicar "mindful eating":

  • Decide de forma consciente el momento en el que vas a sentarte a comer.
  • Adopta una postura cómoda y pregúntate: "¿De verdad tengo hambre?".
  • Analiza el alimento con los cinco sentidos: tacto, gusto, olfato, oído y vista. Come despacio, poniendo el foco cada uno de tus sentidos en cada bocado.
  • Concéntrate en las sensaciones que te transmiten cada sabor y cada aroma del alimento. ¿Es dulce, amargo, salado, picante...?
  • Observa cómo va cambiando tu nivel de hambre, evalúa tu nivel de saciedad. ¿Quieres seguir comiendo? Date permiso para parar aunque haya comida en el plato.