Cómo gestionar la culpa para que no te paralice

29.03.2021

Por encima de todo hay que expresar la culpa porque si la reprimimos nos vamos a encerrar en la soledad

Dice Stefan Zweig que ninguna culpa se olvida mientras la conciencia la recuerde, y es que a veces intentamos eliminar de nuestra cabeza algo que hicimos o no hicimos en un momento dado pero resulta complicado dar con el borrador mágico que deje de hacernos sentir culpables por ello.

El sentimiento de culpa tiene una naturaleza emocional y depende siempre de un estímulo que la active. La culpa se define como un sentimiento nacido de una sanción, como una condena producida por algo, que hicimos o que no hicimos, y que nos hace sentir con una gran responsabilidad de actuar ante cosas que estamos asumiendo y que igual no son reales.

Y esta sensación de culpabilidad se ve arrastrada casi siempre por el sentimiento de tristeza, un remordimiento de conciencia por culpabilidad produce angustia y, sobre todo, el sentimiento de impotencia y de frustración. Esto ocurre, según cuenta Irene López, psicóloga porque lo que estamos haciendo es romper con alguna norma social que proviene de nuestra escala de valores y de nuestro entorno familiar e íntimo. "Es importante entender que la culpa es causa y efecto, es decir, si no tienes un estímulo que la haya provocado no puedes sentir culpa" dice la experta.

Que la culpa no te paralice

Pero este sentimiento de culpa no viene porque sí, sino que hay un culpabilizador que nos lo provoca y que, tal como dice la profesional, se va a encargar de hacernos creer y de justificar que es nuestra culpa: "Buscan continuamente una sumisión del otro. Estos culpabilizadores serían, por ejemplo, las personas que se están quejando todo el día para que pases a sentirte culpable también, haciéndote partícipe de sus desgracias para que sientas cierta responsabilidad o peso emocional de ellos. Hemos de tener cuidado porque, por regla general, son bastante manipuladores ya que con sus palabras harán que hagas sus deseos y si no los haces caes en la culpa".

Por tanto, si nos rodeamos de culpabilizadores vamos a generar autoculpa, que se asocia con niveles de autoexigencia muy elevados como el perfeccionismo, comportamientos obsesivos, tristeza y bajo nivel de autoestima. En el pensamiento tendremos siempre la misma frase: "No he sido capaz de...".

No gestionar la culpa hará que interfiera en nuestra estabilidad emocional, y por esa razón la psicóloga da las claves para saber manejarla.

  • En primer lugar hay que hacer autocrítica, examinar la responsabilidad real de todo aquello que ha pasado: "Examina hasta dónde eres responsable de verdad, ¿qué parte es tuya?, ¿qué parte de la otra persona? Porque, por regla general siempre asumimos una parte que no es nuestra, y esto no es ni justo ni sano", aconseja la experta.
  • La segunda forma de gestionarla es conocer que somos culpables y asumir la presencia de la culpa. "Hay que asumir esta emoción en forma de remordimiento porque quizá se está sintiendo angustia por algo que hemos hecho, que deberíamos haber hecho o hemos hecho algo mal. La parte física de la culpa hay que aprender a reconocerla, no sólo desde la cabeza y la razón, también desde la emoción", dice.
  • En tercer lugar hay que quitarse de auto reproches porque lo único que hacen es subir es el nivel de ansiedad, potenciando los pensamientos negativos. "Por último, hay que pedir perdón, no hay que darle más vueltas. Llama a aquella persona y pídele perdón. Pide disculpas por aquello de lo que te sientes culpable, por lo que hiciste y por lo que no hiciste, y busca una alternativa para reparar el daño. Si esa persona no está, con esa persona no puedes repararlo, pero quizá sí que se pueda con la gente que te rodea", concluye.
  • "Por encima de todo hay que expresar la culpa porque si la reprimimos nos vamos a encerrar en la soledad, en el silencio. Lo hemos hecho mal y esa es la realidad, pero no nos podemos aislar porque no es bueno quedarse la culpa para uno mismo. Al liberarla, también liberamos su pesadez", recomienda.

Para la profesional la mejor forma de quitarnos de culpa es mirar al futuro. Dado que la culpa hace que nos paralicemos y nos quedemos enquistados en el presente, no es útil y no tiene consecuencias de aprendizaje para el futuro, si no lo analizamos repetiremos siempre los mismos errores y con la misma culpa. "Todos cometemos errores, así que hay que pedir perdón al otro y pedirnos perdón a nosotros mismos".