La competitividad en la escuela: ¿positiva o negativa?

04.06.2021

La competitividad en la escuela no tiene por qué ser negativa siempre que se pueda aprovechar en beneficio para el alumno. Ahora bien, si nos excedemos, podría acabar por provocar cuadros de estrés o ansiedad.

Imagina que en el seno de un colegio se monta un partido de baloncesto entre niños pequeños. Esta situación tan común da lugar a pensar si es correcto darle importancia al resultado final. ¿Es algo bueno? Esta cuestión nos lleva a hacernos otra pregunta: ¿es positiva la competitividad en la escuela? Tratemos de dar respuesta.

No debemos engañarnos. Hoy por hoy, el mundo laboral es muy competitivo, por lo que es importante plantearnos si es bueno educar a los niños para que se puedan adaptar a ese mercado del trabajo. Por una parte, sí, si lo vemos desde un punto de vista adaptativo.

Ahora bien, también sería interesante que los futuros profesionales fueran modulando dicho mundo laboral para que funcionara de manera colaborativa, permitiendo que todo individuo tuviera cabida sin necesidad de elevar tanto el nivel de competitividad.

En base a estos razonamientos podríamos llegar a la conclusión de que la competitividad en la escuela puede ser buena y también mala. Para conocer un poco mejor el tema, tal vez la mejor opción sea explicar cuáles son sus ventajas y también cuáles son sus desventajas.

"Es bueno tener una competencia válida, ésta te empuja a que lo hagas mejor". -Gianni Versace-

Competitividad en la escuela

Dicho esto, veamos qué tiene de bueno llevar la competitividad al ámbito educativo. Sea como fuere, hemos de aclarar que hablamos siempre en términos medios, sin llevar la citada competitividad a los extremos en ningún momento.

Aspectos positivos

En la actualidad, el acceso a la educación superior universitaria exige en muchos casos superar una nota mínima. Así pues, aquellos estudiantes que quieran cursar un Grado que exija una calificación elevada, se verán obligados a subir y mejorar su rendimiento académico, lo que facilita que se esfuerce más, que se plantee metas y que tenga que dar el máximo en sus estudios para alcanzar su objetivo final.

Dado que los chicos quieren destacar y obtener buenas calificaciones, también aumenta su formación, lo que les confiere conocimientos y mejor rendimiento escolar, vital, personal, profesional, etc. Además, también mejora la capacidad de los alumnos en diversos sentidos. Veamos algunos ejemplos:

  • Se reduce el miedo a cometer errores, ya que dejan de ser un fracaso para convertirse en oportunidades de aprendizaje y superación.
  • Se valora el esfuerzo asociado a valores positivos. La idea de que no se necesita ganar siempre ayuda a inculcar en los alumnos un proceso constante de mejora.
  • Competitividad individual podría ser un concepto a introducir, evitando que los niños tengan que comparar sus méritos y logros con los de otros. En este caso solo valdría la comparativa con sus propios logros y méritos, destacando su desarrollo y mejora.
  • Es necesario asociar el esfuerzo generado por la competitividad a valores positivos. Y es que, no siempre es clave que de dicho esfuerzo haya surgido una mejora, una victoria, etc. Una buena forma de premiar al niño es por medio del trabajo realizado que, aunque no haya desembocado a una victoria, sí que ha servido como experiencia y aprendizaje, por ejemplo.
  • También es clave evitar las comparaciones. El foco habrá que ponerlo en los logros propios de cada alumno, no tanto en lo que ha conseguido con respecto a otros niños que no han tenido tanto éxito por el motivo que sea.
  • Aunque pueda parecer contradictorio, también aporta a actitudes de cooperación y ayuda. Sobre todo, se aprecia cuando se trabaja en equipo, en el deporte, etc. Los chicos son sociables por norma general, por lo que se tendrán que ayudar unos a otros para que sus grupos triunfen. Eso acercará, unirá lazos y permitirá que se apoyen y se animen.
  • Se focaliza en el proceso o, al menos, debería hacerlo. Así será mucho más positiva, ya que permitirá que los alumnos disfruten mientras aprenden sin dar tanta importancia al resultado final.

Aspectos negativos

Hemos analizado la competitividad en la escuela desde un punto de vista positivo, destacando todos aquellos aspectos que reforzarán las emociones y la formación del niño. Pero también hay otros elementos negativos que podrían remar en contra del desarrollo infantil y juvenil.

Por otro lado, se observa que la elevada competitividad estudiantil puede provocar cuadros elevados de estrés y ansiedad derivados de la gran presión que sufren los alumnos, rozando la obsesión la obtención de buenas calificaciones.

Además, también puede provocar que se reduzca la solidaridad entre compañeros, generando una competencia insana entre estudiantes que perjudica al compañerismo, al trabajo en equipo y otros valores como la generosidad, la empatía o la resiliencia.

En definitiva, la competitividad en la escuela puede ser buena o mala, pero todo dependerá de cómo se enfoque. Desde un punto de vista equilibrado, sin duda, hará que los niños sean más competentes, buscando siempre explorar sus límites para superarse a sí mismos.

Info: psicólogo Sergio De Dios

¿Te habrás preguntado alguna vez a dónde miran los chicos y chicas cuando practican deporte, y más concretamente cuando juegan al fútbol? Todos (o casi todos) miran al balón. Están inmersos en el juego de tal manera que sacarlos de esa situación resulta a veces complicado.

La intendenta Rosario Romero dialogó con el titular de la entidad, Carlos Schultz. Acordaron desarrollar acciones conjuntas y fortalecer el trabajo social que realizan las iglesias evangélicas en la ciudad.