Las relaciones de Turquía con la UE toman un rumbo “peligroso”

15.07.2020

Los ministros de Exteriores europeos analizan la posibilidad de imponer sanciones

De socio prioritario, candidato en puertas del ingreso en la Unión Europea, Turquía ha pasado a ser un país cuyo comportamiento "estresa continuamente nuestras relaciones", en palabras del Alto Representante para la política exterior europea, Josep Borrell. Los ministros europeos de Asuntos Exteriores se reunieron ayer en Bruselas, por primera vez de forma presencial desde el inicio de la pandemia, y aunque no entraron en discusiones concretas todavía, Grecia puso sobre la mesa la opción de diseñar sanciones contra Turquía para tratar de disuadir al régimen de Recep Tayyip Erdogan de seguir avanzando en esos puntos de fricción que la ministra española Arancha González Laya calificó como "peligrosos".

En los últimos años, Turquía se ha distanciado de Europa y ha apagado sus ambiciones de llegar a ser miembro con la misma velocidad que algunos de los países de la UE le han dicho que tampoco están de acuerdo con esta perspectiva. El ministro luxemburgués, Jean Asselborn, que seguramente es el único de los ministros aún en ejercicio de los que participaron en la reunión de 2004 en la que se acordó conceder a Turquía el estatus de país candidato, cree que la situación ha cambiado radicalmente. "Hace 15 o 16 años -dijo al llegar ayer a Bruselas- tenía grandes esperanzas de que Turquía pudiera convertirse en un país europeo, un gran país musulmán, que promueva la democracia. Lamentablemente, tenemos que admitir que esto va en la dirección equivocada"

Sobre todo después del misterioso golpe de Estado de julio de 2017, Erdogán ha emprendido una carrera hacia la radicalización político-religiosa y ha expandido claramente sus ambiciones de potencia regional desde Siria hasta Libia, muy cerca de los intereses europeos. Por un lado resultó el cancerbero ideal para socorrer a la UE en el peor momento de la crisis de los refugiados, pero por el otro planea llevar a cabo exploraciones y perforaciones en aguas chipriotas, donde Ankara no reconoce la soberanía de la isla. Por ello, el ministro griego de Exteriores, Nikos Dendias, dijo a su llegada al Consejo ayer que "tanto nosotros como Chipre pedimos a la UE que elabore una lista de sanciones lo bastante significativas para aplicarlas en caso de que Turquía viole los derechos soberanos de Grecia o de Chipre". Francia, que es el país con el que las tensiones han sido más significativas en las últimas semanas a causa de un grave incidente naval en el Mediterráneo, también pidió una «aclaración» sobre las relaciones con Turquía.

Enfriar la situación

La UE ha dejado claro en varias declaraciones formales del Consejo Europeo que los planes de Turquía "vulneran los derechos soberanos de terceros estados, no se ajusta al Derecho del Mar y no puede tener efecto jurídico alguno". Por ahora Borrell ha tratado de enfriar un poco la situación, al recordar que "las sanciones son un instrumento, no una política", aunque sin descartar nada: "El Consejo debe prepararse para ver qué medidas podrían tomarse".

La lista de los asuntos que enturbian las relaciones de la UE con Turquía es larga: desde su intervención en Siria en contra de la coalición internacional de la que forman parte varios países europeos o su entrada en la guerra de Libia violando el embargo de armas decretado por la ONU, pasando por las perforaciones en aguas chipriotas. Sin embargo, la reciente decisión de volver a convertir en una mezquita abierta al culto la vieja basílica bizantina de Santa Sofía ha sido interpretada por Grecia como una provocación, mientras que la ministra española cree que Ankara debería "reconsiderarla". Para Luxemburgo, constituye una declaración "con la que Turquía ha borrado de alguna manera su acercamiento a la Unión Europea".

Para desgracia de los dirigentes europeos, Turquía cuenta con un instrumento esencial para hacer presión y que es mucho más fácil de aplicar y más efectivo que cualquier sanción: cumplir su amenaza de abrir la frontera a todos los candidatos a la emigración ilegal, refugiados o no, para que intenten llegar a territorio griego o búlgaro.

Borrell había estado hace una semana en Ankara, pero sus conversaciones con el canciller turco, Mevlüt Cavusoglu, fueron muy complicadas. Este le amenazó abiertamente con la posibilidad de dejar de contener a los emigrantes, si la UE opta por una actitud incómoda hacia sus intereses. La visita no sirvió en ningún caso para mejorar las cosas, sino para encuadrar la gravedad de las tensiones que se están gestando.