México claudica y para evitar aranceles acepta las exigencias de Trump

10.06.2019

El acuerdo obliga a México a reforzar su frontera sur para evitar la llegada de inmigrantes y a quedarse con los que solicitan asilo

Ante la catástrofe que hubiera supuesto que las empresas y particulares de Estados Unidos tuvieran que pagar hasta 93.000 millones adicionales de impuestos por los productos que cada año adquieren a fabricantes mexicanos, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha acabado aceptando todas las medidas contra la inmigración ilegal que Donald Trump lleva pidiéndole desde que asumió la Presidencia. Tres intensos días de negociaciones aquí en Washington acabaron en la noche del viernes con una fumata blanca que en realidad es más bien una claudicación en toda regla por parte de México.

Donald Trump demuestra una vez más su predilección por los aranceles. Esos impuestos sobre las importaciones le han servido para mantener una lucha feroz con China, proteger al sector automotriz estadounidense ante la competencia europea y ahora para obligar a México a hacerse cargo de buena parte de los casi 150.000 sin papeles que cada mes avanzan con destino a Texas, Nuevo México, Arizona o California. El presidente Donald Trump rompe así con décadas de ortodoxia conservadora al defender sin reparos un proteccionismo feroz que además le sirve para conseguir de aliados y adversarios lo que la diplomacia no le ofrece.

Frontera sur

México consigue librarse de los aranceles, que iban a comenzar a aplicarse el lunes, comprometiéndose a "detener la emigración irregular, lo cual incluirá el despliegue de su Guardia Nacional en todo México, dando prioridad a su frontera sur". Según una declaración conjunta de ambos gobiernos, "México también tomará medidas decisivas para desmantelar las organizaciones de tráfico de personas y contrabandistas conjuntamente con sus redes financieras y de transporte ilícitas" y permitirá que "las personas que cruzan la frontera sur de Estados Unidos en busca de asilo sean devueltas rápidamente a territorio mexicano en donde esperarán la adjudicación de su reclamo de asilo".

Ya en diciembre, la Casa Blanca había anunciado que enviaría a solicitantes de asilo a México mientras se tramitaba sus peticiones. Desde enero, y según revela la agencia Associated Press, aproximadamente 10.000 personas han sido devueltas de Estados Unidos a México para que aguarden allí a que se procesen sus casos de inmigración. Las autoridades migratorias norteamericanas revelaron que en mayo cruzaron más de 140.000 personas sin documentos, un punto máximo en los pasados siete años.

El triunfalismo de ayer en la Casa Blanca no se contagió al Capitolio, donde los demócratas mantienen que Trump es un experto en venir a solucionar los problemas que él mismo ha creado. "Las amenazas y los berrinches no son forma de negociar con nuestros aliados", dijo ayer Nancy Pelosi, la líder de la oposición y presidenta de la cámara baja. No sólo ella y su partido temían los aranceles. Varios senadores republicanos se disponían a boicotearlos aunque eso provocara, una vez más, la ira de Trump.

Lo cierto es que a falta de acabar un muro fronterizo para el que carece de fondos, nada de lo que ha hecho Trump hasta ahora ha servido para reducir las cifras de llegadas de sin papeles. Ni las reformas del sistema de concesión de asilo; ni la declaración del estado de emergencia; ni el despliegue del Ejército; ni la orden a este -imposible de cumplir- de responder con fuego a cualquier ataque de inmigrantes. Los sin papeles siguen llegando a miles cada día a la frontera sur de Estados Unidos y muchos de ellos son niños que viajan sin la compañía o supervisión de un adulto.