¿Por qué nos cortamos el pelo tras una ruptura?

20.07.2020

Empezar una nueva etapa vital hace que tendamos a cambiar nuestro aspecto físico para hacer borrón y cuenta nueva

Si Sansón perdió la fuerza cuando se cortó su larga cabellera, hay quienes se cortan el pelo en busca de recuperarla. No se nos hace extraño ver cómo alguien, tras una ruptura amorosa, o superar un bache en su vida, corre a la peluquería y realiza un drástico cambio de look. "Pelo nuevo, vida nueva"

Una ruptura amorosa supone un impacto emocional profundo, aún más cuando es inesperado o no deseado. Explica el psicólogo Ángel Guillén, que los estudios han mostrado que una ruptura amorosa es uno de los procesos más dolorosos que puede sufrir una persona, ya que este activa la misma región del cerebro que cuando tenemos un dolor físico; realmente sufrimos dolor emocional. "Se trata de un suceso traumático que conlleva un duelo por las expectativas que no se van a cumplir, por los sueños que se quedan por el camino y por una pérdida de esa vida en común", apunta.

Cerrar una etapa

Por ello, cuando tenemos una ruptura, tendemos a intentar poner un punto y aparte en nuestra vida. Y aquí entra en juego el cambio de apariencia. Comenta que ese "típico" corte de pelo puede estar motivado por dos causas. En primer lugar, puede "tratarse de un acto simbólico que marque el cierre de una etapa, y que permite por tanto la diferenciación de un antes y un después en nuestra vida", Asimismo, apunta la profesional que, al haber pasado o estar pasando por un momento emocionalmente intenso, "hay quienes deciden prestar especial atención a su aspecto físico, entendiéndolo como un gesto de autocuidado, en el que nos priorizamos".

En general, explica, que los cambios en la apariencia física tras una ruptura son "una manera simbólica de dejar atrás el pasado; mostrar una nueva manera de ser y cómo queremos que nos vean". Hablamos, por lo tanto, de reforzar la imagen propia dañada y construir una nueva que nos ayude a superar el duelo.

Nuestra imagen exterior es un vehículo de expresión. Por ello, muchas veces nuestro estilo refleja cómo nos sentimos. En el caso de una ruptura, apunta, que, en las relaciones de pareja se produce una definición de uno mismo con una imagen determinada. "Estos cambios drásticos son una forma de mostrar que se ha pasado página y que se ha producido un cambio en la persona: ya no es la de antes, ahora aparece renovada y dispuesta a hacer cosas diferentes", explica el psicólogo.

El cambio estético

El profesional advierte que debemos ser cautelosos con la relación entre un cambio estético y un cambio emocional, pues "resulta improbable que un cambio estético, por sí solo, genere un cambio interno significativo". "Una modificación externa puede ser una ayuda, un empuje, pero en ningún caso debe sustituir al trabajo psicológico que necesitamos desarrollar al atravesar por un acontecimiento vital doloroso, como una ruptura", comenta.

Es importante, entender que un corte de pelo no resuelve el conflicto emocional que supone una ruptura. "Un cambio de apariencia no van a impedir que el proceso de duelo se produzca", apunta el psicólogo. Por ello, dice que un cambio de estilo no tiene que ser una excusa para no enfrentarnos al conflicto, sino que la búsqueda de esos cambios físicos se realiza como una manera de sentirse mejor tanto a nivel físico como emocional.

¿Qué ocurre con quienes nunca cambian de look?

Aunque los cortes de pelo tras una ruptura son más que comunes, hay personas que, por lo general, no cambian mucho de aspecto, pase lo que pase en sus vidas. Esto ocurre porque, aunque en muchas ocasiones los humanos repetimos patrones de comportamiento de manera inconsciente, también somos radicalmente diferentes entre nosotros.

"Estas diferentes actitudes pueden depender de multitud de factores, como la importancia que le otorgamos a la estética o el nivel de satisfacción que tengamos con nuestra apariencia física". Además agrega que, para poder entender los distintos comportamientos, podemos dibujar un eje. "En un lado, estaría la apertura a la experiencia, es decir, el interés por probar vivencias novedosas. En el polo opuesto, se encuentra la tendencia a quedarse en la archiconocida zona de confort. En función de en qué punto nos ubiquemos de dicho eje, podremos vivir un cambio de look de diferente forma", relata. Por ello, existen personas que interpretan un cambio de look como algo estimulante, novedoso y motivante, mientras que otras pueden experimentarlo como un riesgo o amenaza.

Cuando pasamos un duelo, no solo podemos optar por cambiar nuestro aspecto, también tomamos decisiones que llevamos postergando mucho tiempo como hacer viajes, apuntarnos al gimnasio o aprender, por fin, a tocar la guitarra. Tal como explica el profesional todas estas acciones -tanto las estéticas, como las que no- pueden tener dos funciones distintas. La primera sería la facilitación del proceso de duelo. "Puede que lo que hagamos simbolice fin de una etapa, o que incluso nos permita recordar los aprendizajes de una etapa de nuestra vida que damos por concluida. En todo momento seremos conscientes de lo que ha ocurrido, y este hecho nos ayudará en la aceptación de ese hecho", explica.

Por otro lado, están las acciones que nacen de la evitación. Estas son las que paralizan el proceso de elaboración del duelo, ya que evitan que entremos en contacto con lo que ha ocurrido y con nuestra nueva realidad. "Probablemente a corto plazo nos sentiremos bien, pero a medio y largo plazo no resultará de ayuda, ya que la situación seguirá igual que cuando la dejamos y nos veremos obligados a afrontar lo que llevamos tiempo dejando pasar", concluye la profesional.