4 riesgos de educar a los niños en el exceso
Muchas veces, los padres pensamos que ayudar a nuestros hijos en todo les beneficiará. Pero se nos olvida que los niños también tienen que fallar para aprender.

Todos los padres queremos dar a nuestros hijos lo mejor, pero no caemos en la cuenta de que educar a los niños en el exceso tiene sus riesgos. En ocasiones, consentimos cosas que no tienen importancia para evitar que tengan un berrinche o, simplemente, para no perturbar la paz del hogar.
La sobre protección entorpece el desarrollo de la autonomía, ya que con ella no les dejamos a los pequeños ser los protagonistas de sus vidas. Y así, crecen dependientes y sin haber experimentado lo suficiente la frustración, que es necesaria de tanto en tanto.
Educar a los niños en el exceso tiene sus riesgos
Cuando educamos a través de la sobre protección, nos anticipamos a cualquier necesidad que pueda tener nuestro hijo y la satisfacemos incluso antes de que él nos lo pida. Así, ofrecemos una atención desmesurada, donde nuestro nivel de demanda es inadecuado.
Esta forma de educar a los niños en el exceso confunde la protección (necesaria en la crianza) con la hiperprotección, que resulta dañina, desproporcionada e inhibitoria.
Cuando sobreprotegemos solo educamos hijos frágiles, dependientes e incapaces de hacer frente a sus propios miedos. En definitiva, les impedimos desarrollar su capacidad de elegir y de equivocarse, que son aspectos básicos para el aprendizaje.
Muchas veces, detrás de este tipo de educación encontramos los deseos frustrados de los padres. Esos que llevan a hacer lo que sea por conseguir que tengan lo que ellos no pudieron tener. Pero no hay que la meta educativa principal tiene que ser ayudar a los pequeños a afrontar las dificultades o los baches que encuentren en su camino.

¿Cuáles son
esos riesgos?
A continuación, vamos a ver en detalle algunos de los riesgos que conlleva criar a niños en el exceso.
1. Frustraciones recurrentes cuando no sobresalen o no se destacan por algo
Los niños educados en el exceso no saben ganar ni perder e incluso, evitan asumir responsabilidades.
Estos chicos, cuando no obtienen lo que quieren, se sienten enfadados, irritables y muy impacientes. También, suelen culpar a los demás de sus fracasos, sin hacerse cargo de su parte.
2. Mayor dependencia que autonomía
Si los padres les hacemos todo a los niños, evitamos sus problemas o sus fallas y solucionamos todas las dificultades con las que se encuentran, los volvemos dependientes y los privamos de hacer las cosas por sí mismos.
Esto los afecta tanto a corto como a largo plazo, ya que cuando sean adultos no sabrán valerse por sí solos y mantendrán la dependencia de alguna manera.
3. Falta de noción sobre el valor de las cosas y el esfuerzo que implica conseguirlas
Si les damos a nuestros hijos todo lo que piden, ¿qué esfuerzo tendrán que hacer ellos para conseguirlas?
Esto, aunque no lo parezca, es muy importante, pues será la base del aprendizaje para que en la adultez trabajen duro por conseguir lo que desean. Si ellos no valoran el esfuerzo, serán personas infelices con sus vidas.
4. Impaciencia y ansiedad
Un niño que nada más con abrir la boca tiene lo que quiere, jamás va a aprender a esperar. Y en cuanto no reciba de forma inmediata lo que desea, se enfadará y tendrá la típica rabieta. A la larga, será un niño impaciente y un futuro adulto que se comporte igual.
Si les enseñamos a los pequeños a tenerlo todo cuando lo piden, desarrollarán ansiedad cuando no lo consigan. Por esta razón, es fundamental enseñarles a ser pacientes y no darles lo que quieren todo el tiempo.

En cuanto a los
riesgos de educar a los niños en el exceso
Educar a los niños en el exceso no es lo mejor para ellos. Lo que necesitan realmente son padres que les guíen con tranquilidad y que no pretendan hijos perfectos o brillantes, sino felices. Por supuesto, siempre acompañados de palabras que les anime a ser valientes y a luchar por sus sueños.
Enseñar el valor del esfuerzo desde que son pequeños es crucial para que de adultos luchen por sus metas.
Lo más valioso es educar desde el amor, la empatía, la comprensión, la confianza, el sentido común y siempre intentar brindar un equilibrio entre emoción y razón.