Arde París sumido en el caos de la revuelta de los “chalecos amarillos”
La tercera jornada de protestas se cobró cerca de 200 detenciones y un centenar de heridos, entre los que se encontraban una docena de agentes
La tercera jornada de protesta del movimiento de los "chalecos amarillos" culminó con la ocupación del Arco del Triunfo, uno de los símbolos más emblemáticos del Estado, y numerosos enfrentamientos seguidos de incendios y barricadas en varios puntos neurálgicos de la capital, dando a la fronda nacional una dimensión imprevisible y excepcional.
Acompañados de cañones de aguas y unidades especializadas en el disparo de cargas con gases lacrimógenos, 5.000 miembros de las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS, anti disturbios) habían sido desplegados en los Campos Elíseos con el fin de «disuadir» estallidos de violencia. Sin embargo, varios millares de jóvenes y menos jóvenes, vestidos con chalecos amarillos y cámaras anti gases lacrimógenos, comenzaron sucesivos intentos de -manifestación- que culminaron hacia las doce del mediodía ocupando el Arco del Triunfo, construido a mayor gloria de las ambiciones militares de Napoleón, uno de los monumentos más emblemáticos de la Nación y el Estado, símbolo excepcional donde los presidentes de la República celebran las grandes ceremonias políticas nacionales e internacionales.
Los centenares de CRS que habían acordonado la plaza de la Estrella, donde se encuentra el Arco del Triunfo, no se atrevieron a cargar contra el lugar donde se encuentra la llama que rinde homenaje al soldado desconocido. Atrincherados en ese monumento histórico, los chalecos amarillos -cargaban- una y otra vez contra las fuerzas del orden, lanzando gritos de este tipo:" ¡Macron dimisión!" "¡Macron, te vamos a follar..!". Las venerables piedras del más patriótico de los monumentos nacionales fueron mancilladas con pintadas de este tipo: "Manu Macron me ha matado". "La ultraderecha no ganará". "Vivir libre o morir". "¡Viva la revuelta..!". Se trata de un acontecimiento excepcional: el corte indefinido de los Campos Elíseos, seguido de la ocupación del Arco del Triunfo.
Inmovilismo del Gobierno
En las inmediaciones de la plaza de la Estrella se sucedían estallidos de violencia de distinto origen. En varias avenidas próximas aparecieron pintadas y barricadas reivindicadas por la extrema derecha. En las inmediaciones del Arco del Triunfo brotaron pintadas y carteles de muy diversa obediencia, de la extrema izquierda libertaria a los movimientos contra la subida de los impuestos.
En otros barrios de París, en las inmediaciones de la Estación de Saint-Lazare, en varias avenidas del distrito XVI, con vistas a la Torre Eiffel, en la Plaza de la Vendôme, en el edificio de la Bolsa de París, en las avenidas donde se encuentran grandes almacenes, los enfrentamientos entre manifestantes y CRS culminaron durante muchas horas con el incendio de automóviles y el levantamiento seguido de destrucción de precarias barricadas. Las cadenas de radio y televisión repetían al unísono los mismos titulares: "Escenas de caos". "Barricadas, coches incendiados, tiendas saqueadas".
A primeras horas de la noche de ayer, el ministerio del Interior anunciaba 188 detenciones y 92 heridos, entre los que se encontraban una docena de anti disturbios, apedreados.
Mientras París ardía con una violencia impresionante y excepcional, el resto de Francia se manifestaba con precaria calma, con numerosos cortes y bloqueo de carreteras y autopistas, sin incidentes llamativos. Según el ministerio del Interior, unos 80.000 chalecos amarillos se manifestaron el sábado en toda Francia.
Ausente el presidente de la República, por encontrarse en Buenos Aires, con motivo de la celebración de la reunión del G20, Édouard Philippe, primer ministro, confesó su "consternación" ante la "profanación" del Arco del Triunfo con pintadas políticas, muy radicales, refugiándose en el silencio, tras el fracaso de sus reuniones con delegaciones improvisadas de presuntos chalecos amarillos, viernes y sábado.
Por su parte, sindicatos, partidos y personalidades políticas oscilan entre los intentos de recuperación, la condena de la violencia y la denuncia del -inmovilismo- del Gobierno. La ocupación del Arco del Triunfo y el rosario de violencias callejeras dan a la fronda de los chalecos amarillos una dimensión inflamable. Los chalecos amarillos, apoyados por toda la oposición, de la extrema derecha a la extrema izquierda, pasando por el PS y la derecha tradicional, piden a Macron un gesto. Pero nadie quiere violencia.