“El precio de la verdad”: La película que desnuda la realidad de los productos contaminantes en artículos de uso diario en cualquier hogar

28.09.2022

Esta historia, protagonizada por Mark Ruffalo, Tim Robbins y Anne Hathaway, detalla el derrotero de un abogado que descubre los manejos irresponsables que empresas químicas realizan con desechos altamente tóxicos en un pequeño pueblo de Estados Unidos. Se calcula que esos desechos hoy están presentes en todo el planeta.

Espeluznante. Así es la realidad que plantea "El precio de la verdad" (Dark Waters, 2019) este thriller que está entre lo más visto de Netflix y que se basa en los datos publicados por el New York Times Magazine, en 2016, acerca del caso de unos granjeros de West Virginia, Estados Unidos, afectados por derrames tóxicos de una planta de la multinacional Dupont. Pero lo terrible, lo espeluznante -no hay spoiler- es tomar consciencia de los datos que se manifiestan sobre el final de la historia.

"El precio de la verdad", dirigida por Todd Haynes (Velvet Goldmine, Lejos del Paraíso, I'm Not There y Carol) y protagonizada por Mark Ruffalo, Anne Hathaway, Bill Camp y Tim Robbins, entre un destacadísimo elenco, cuenta la historia de un abogado (Mark Ruffalo como Rob Bilott) que trabaja defendiendo empresas químicas y que se encuentra con una realidad que supera su capacidad de creer en lo que se manifiesta delante de sus ojos.

La historia está sustentada en la siempre efectiva táctica narrativa de enfrentar ciudadanos comunes con empresas poderosas, con un paladín de la justicia que deja sus intereses personales para representar a los desvalidos en su lucha.

En esta oportunidad, las víctimas son unos simples granjeros del pueblo de Parkesburg, en West Virginia, que sufren la contaminación de las aguas por los desechos tóxicos de una fábrica de productos con teflón perteneciente a la multinacional Dupont.

El resultado de estas acciones concluye con la masiva muerte de animales, para empezar, y luego un gran número de la población padeciendo enfermedades como cáncer, tumores, problemas dentales y nacimientos con malformaciones.

Bill Camp (left) as "Wilbur Tennant" and Jim Azelvandre (right) as "Jim Tennant" in director Todd Haynes' DARK WATERS, a Focus Features release. Credit : Mary Cybulski / Focus Features
Bill Camp (left) as "Wilbur Tennant" and Jim Azelvandre (right) as "Jim Tennant" in director Todd Haynes' DARK WATERS, a Focus Features release. Credit : Mary Cybulski / Focus Features

La película es larga, más de dos horas, pero es el tiempo necesario para narrar con detalle y sin aburrir los vericuetos legales, las luchas de poder de las corporaciones, la persistencia de los ciudadanos de Pakesburg, la investigación judicial y el complejo entramado que se desarrolla desde 1950 en adelante.

El film, que se realizó en 2019 pero no llegó a las salas por la pandemia, obtuvo dos nominaciones. En 2019 estuvo nominada a Mejor guion adaptado y Ruffalo nominado a mejor actor de drama por los Satellite Awards. Y en 2020, obtuvo una nominación a mejor película extranjera en los Premios César.

Sinopsis

Robert Bilott es un abogado que en 1998 acaba de incorporarse como socio a Taft Stettinius & Hollister, una de las firmas más prestigiosas de Cincinnati, y tiene una vida bastante normal y organizada hasta que dos granjeros aparecen en su oficina con una caja repleta de cassettes de video. Allí Bilott encuentra una acusación por parte de los granjeros, que en principio parece descabellada y sin sentido. Pero Bilott empieza a encontrar inconsistencias en las explicaciones de las empresas químicas involucradas, por lo que se obsesiona cada vez más con el tema de los residuos tóxicos, al punto de descuidar el resto de su prometedora carrera y hasta su vida familiar.

Después de casi un año, Bilott descubrió que se trataba de un producto químico sin regular que no encajaba en ese mundo, lo que condujo a un proyecto muy diferente y mucho más grande. La sustancia en cuestión es ácido perfluorooctanoico, o PFAS, que se remonta a 1951, casi dos décadas antes de que se fundara la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) en 1970.

La esposa de Bilott, interpretada maravillosamente por Anne Hathaway, y su jefe (Tim Robbins) lo apoyan en el derrotero, aunque por momentos -lógicamente- también cuestionan las decisiones que Bilott toma y que lo llevan a dinamitar su carrera profesional enfrentándose a los mismos organismos que en principio defendía.

Lo que el abogado descubrió era escandaloso. DuPont comprendía desde hacía tiempo que podía causar todo tipo de secuelas, incluso letales, sin embago continuó vertiendo los residuos en un afluente de agua que llegaba hasta los campos de pastoreo de los granjeros litigantes.

"Hasta ahora, muchos de nosotros no teníamos ni idea que estábamos expuestos a estas sustancias", dijo el verdadero Rob Bilott, a BBC Mundo, tras 20 de años de lucha intentando que se investigue la muerte de más de 90 vacas en un mismo pueblo.

Por su parte Mark Ruffalo encontró en la historia una motivación que supera la expectativa por realizar un nuevo film. Ruffalo, que lleva luchando desde hace tiempo contra la crisis climática y milita el aumento del uso de energías renovables, cofundó Water Defense en marzo de 2011 para concienciar al público sobre el impacto de la obtención de energía en el agua y en la salud pública; al año siguiente, ayudó a poner en marcha The Solutions Project, como parte de su misión de difundir ciencia, negocios y cultura que demuestren la viabilidad de las energías renovables. Por este motivo no solo decidió realizar "El precio de la verdad" sino también ser productor y protagonista de la historia.

Como dato suplementario, en la película aparecen víctimas reales de los hechos que se narran, actuando de extras en distintas escenas.

William "Bucky" Bailey, quien nació con malformaciones causadas por el PFOA, aparece en la película
William "Bucky" Bailey, quien nació con malformaciones causadas por el PFOA, aparece en la película

Datos reales

Los químicos vertidos en un campo lindante al del granjero que llevó los videocassettes a la oficina de Bilott, son conocidos como PFOA, sigla que denomina al ácido perfluorooctanoico, una sustancia creada en los años 40 por la compañía 3M. El PFOA, también llamado C8, (cadena de 8 moléculas de carbono) es parte de una familia de miles de sustancias llamadas PFAS, conocidas como "químicos eternos", porque no se degradan jamás y, una vez ingeridos, pueden permanecer dentro del cuerpo por largos períodos de tiempo.

Durante décadas, compañías como Dupont han utilizado el PFOA para fabricar productos como el teflón, pero la sustancia también está presente en artículos de limpieza, ceras, pinturas, telas, envolturas de comida rápida, cajas de pizzas, bolsas de palomitas de maíz de microondas, plásticos, espuma para apagar incendios, superficies resistentes a las manchas, entre muchos otros de consumo regular y masivo en todos los hogares del mundo.

El Instituto Nacional de Salud de EE.UU. explica que el PFOA, en particular, puede causar aumento del colesterol, efectos dañinos en el desarrollo del feto o de niños lactantes, bajo peso al nacer y efectos nocivos en el sistema inmune, el hígado y la tiroides.

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