Inhalar mentol podría frenar el Alzheimer y mejorar la memoria, según estudios preclínicos
El Alzheimer amenaza a más de cincuenta millones de personas en el planeta y, pese a décadas de investigación, los tratamientos actuales ofrecen beneficios limitados. En este panorama, un aroma cotidiano —el mentol— emerge inesperadamente como un posible aliado contra el deterioro cognitivo.

Según el estudio publicado en Frontiers in Immunology, inhalar mentol para frenar el Alzheimer moduló el sistema inmunitario y preservó la memoria en ratones con la enfermedad, reduciendo la inflamación cerebral. Esta observación abre nuevas rutas terapéuticas basadas en la olfacción.
Desafíos actuales en la lucha contra el Alzheimer
A nivel mundial, el Alzheimer se ha convertido en la principal causa de demencia y un factor determinante de dependencia y costos sanitarios. Las terapias aprobadas se centran en ralentizar la progresión o aliviar síntomas, pero no detienen la destrucción neuronal subyacente.
El fracaso de distintos fármacos que apuntan a la proteína β‑amiloide ha impulsado la búsqueda de enfoques complementarios. Entre ellos destacan estrategias no invasivas, de bajo costo y fáciles de aplicar que puedan integrarse a la vida diaria de las personas en riesgo.
La vía olfativa cumple con estos criterios. El bulbo olfatorio se conecta directamente con regiones críticas para la memoria —hipocampo, corteza entorrinal y amígdala—, lo que sugiere que ciertos olores podrían modular circuitos cognitivos sin atravesar procedimientos complejos o costosos (Kotecha et al., 2018).
El poder olfativo del mentol y su conexión con la memoria
El mentol, principal componente aromático de la menta, activa receptores TRPM8 que desencadenan una sensación de frescor y un aumento transitorio del flujo respiratorio. Más allá de su uso tradicional, su volatilidad permite que pequeñas moléculas alcancen rápidamente el epitelio nasal.
Cuando esa señal química llega al bulbo olfatorio, se disparan cascadas sinápticas que pueden influir sobre la plasticidad neural. En los modelos animales analizados, esa modulación sensorial coincidió con un claro efecto de mentol para mejorar la memoria en pruebas de condicionamiento contextual.
Por otro lado, la ola eléctrica generada por la percepción olfativa viaja en paralelo con mediadores inmunes. El mismo estudio reveló que la inhalación periódica de mentol disminuyó la expresión de IL‑1β e IL‑6, dos citocinas proinflamatorias asociadas a deterioro cognitivo, sugiriendo un eje olfato‑inmunidad‑cerebro.

Mentol, sistema inmunitario y neuroinflamación: un triángulo clave
La neuroinflamación crónica agrava la patología de Alzheimer. La sobreproducción de citocinas altera la sinapsis y acelera la muerte neuronal. Restablecer el equilibrio inmunológico se ha propuesto como un objetivo terapéutico prometedor.
En los experimentos de Casares et al. (2023), exposiciones breves —ocho ciclos de quince minutos diarios durante una semana— bastaron para potenciar la respuesta inmunitaria sistémica, medida por un aumento de linfocitos T productoras de IFN‑γ frente a un antígeno proteico.
Sorprendentemente, la misma intervención redujo los niveles cerebrales de IL‑1β y atenuó la activación microglial, indicador de inflamación local. Estos hallazgos apuntan a que el mentol ejerce un doble efecto: estimula la vigilancia inmunitaria periférica y amortigua la inflamación deleteria en el encéfalo.
Evidencia preclínica sólida
El trabajo principal evaluó dos líneas de ratón: APP/PS1 y APP^NL‑G‑F, ambas con mutaciones humanas que aceleran la deposición de β‑amiloide y la pérdida de memoria. Tras inhalar mentol una semana al mes durante seis meses, los animales conservaron la capacidad de aprender asociaciones de miedo.
Notablemente, la mejoría conductual no se relacionó con cambios sustanciales en la carga de placas amiloides. Esto indica que el beneficio cognitivo podría depender más de la modulación inmunoneuronal que de la reducción del péptido tóxico.
Adicionalmente, la depleción farmacológica de células T reguladoras —encargadas de frenar la respuesta inmune— reprodujo efectos similares sobre la memoria, reforzando la tesis de que pequeñas variaciones en la balanza inflamatoria repercuten en la función sináptica.
¿Puede el mentol proteger la salud cerebral humana?
Aunque los datos en animales resultan alentadores, extrapolar resultados a personas exige cautela. Las barreras anatómicas, las diferencias metabólicas y la complejidad del comportamiento humano podrían modificar la magnitud del efecto.
Sin embargo, varios hechos respaldan la exploración clínica. Primeramente, el mentol posee un historial de seguridad largo en productos farmacéuticos, cosméticos y alimentarios. Además, la pérdida olfativa suele preceder en años al diagnóstico de Alzheimer, lo que crea una ventana para intervenciones tempranas.
Programas de entrenamiento olfativo intensivo ya han demostrado mejorar la discriminación de olores y provocar cambios estructurales en corteza piriforme y orbitofrontal. Incorporar el mentol en estas rutinas podría añadir un componente inmunomodulador adicional.
Limitaciones del estudio y próximos pasos
Los modelos murinos no desarrollan todos los rasgos molecularmente complejos de la enfermedad humana. No se evaluaron marcadores de tau‑patía ni se midieron funciones ejecutivas de orden superior, por lo que el alcance real del beneficio requiere validación en modelos más holísticos.
Asimismo, la duración óptima, frecuencia y concentración de exposición aún no se han estandarizado. Se desconoce si la habituación olfativa reduciría la eficacia con el tiempo o si combinaciones con otros odorantes potenciarían los resultados.
Por último, falta aclarar el mecanismo exacto: ¿es la reducción de IL‑1β la causa principal o un marcador concomitante? Estudios con antagonistas específicos del receptor olfativo y bloqueadores citocínicos en paralelo podrían desentrañar la secuencia causal.
Conclusión
Las evidencias preclínicas revisadas sugieren que la inhalación periódica de mentol para frenar el Alzheimer no solo limita la neuroinflamación, sino que también preserva circuitos de memoria en modelos animales. Estas mejoras se producen sin necesidad de intervenciones invasivas ni alteraciones genéticas.
Aunque falta confirmar los hallazgos en ensayos clínicos rigurosos, el enfoque aprovecha un sentido frecuentemente ignorado en neurología y ofrece una estrategia accesible, económica y potencialmente preventiva. Un agradable aroma podría convertirse, con respaldo científico, en un nuevo recurso para mantener la mente clara.
Info: Comunidad Biológica