La crisis de la construcción sigue y preocupa la falta de perspectiva
En la Convención Anual de CAMARCO, su titular, Gustavo Weiss, le reclamó al Gobierno que "priorice" la obra pública, que sigue paralizada.

Luego de la estrepitosa caída del año pasado, la industria de la construcción todavía no logra recuperarse de la crisis y siente no sólo la falta de la obra pública sino también los altos costos que no terminan de reactivar al sector privado. Ese es el clima que se vivió en la Convención Anual de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO), que se desarrolló ayer martes en La Rural, que incluyó una fuerte advertencia de su titular, Gustavo Weiss, al gobierno de Javier Milei.
El peor momento del sector llegó un año atrás. En junio de 2024, su actividad medida por el INDEC había caído a un mínimo de 118 puntos desde los 150 que tenía en noviembre de 2023, previo a la asunción de Javier Milei.
A marzo de 2025, según la última medición disponible, este indicador se encontraba en 130 puntos. Es decir, con una suba relativa respecto a los 118 puntos de marzo de 2024, pero muy lejos de los niveles históricos, por ejemplo, de 161 puntos que alcanzó en marzo de 2023.
Este panorama aún crítico es el que se reflejó en el discurso principal del evento, que ofreció Weiss. "La infraestructura debe ser una prioridad para el Estado", reclamó el titular de CAMARCO. "Sin conectividad no hay productividad. Sin inversión sostenida no hay crecimiento", insistió.
Además, alertó por una serie de déficits estructurales que actualmente atraviesa el país, como la baja inversión en infraestructura, los cuellos de botella logísticos, la falta de conectividad digital y los déficits en energía.

La obra pública brilla por su ausencia y la privada no arranca
La esperanza de que la construcción terminara de rebotar este año, junto con la expectativa que el Gobierno manejaba para la actividad en general, parece disiparse mes a mes. Lo que obviamente sigue pegando más es la parálisis del sector público, que continúa prácticamente como hasta el año pasado. Durante el 2024, el Ministerio de Economía firmó convenios de traspaso de la obra pública con casi todas las provincias. Pero una cosa es la formalidad y otra la realidad.
Un referente del gremio UCEARA, de empleados administrativos de la construcción, expresó que es notorio que las provincias realmente no tienen los fondos necesarios para llevar adelante las obras pese al aval de Nación, lo que se percibe en la falta de trabajo en el sindicato.
Esto se ve especialmente en el sector vial, donde el privado raramente se involucra en la construcción inicial de los tramos. Según datos manejados en este ámbito, dijeron expertos en 2001 se había tocado un mínimo de elaboración de aproximadamente 400.000 toneladas de asfalto. Pero ese récord negativo se quebró en 2024, cuando la producción de asfalto cayó a 294.000 toneladas.
El peso de las provincias, de todos modos, es relativamente escaso. Una empresa privada que trabaja como contratista del sector público advirtió que, aunque se reactivaran finalmente las obras locales, incluso municipales, de ninguna manera se logra compensar la falta del impulso del gobierno nacional, que sigue con su política de parálisis de cualquier obra que no sea estratégica ni estuviera a al menos un 90% terminada.
Un año atrás, referentes del sector construcción señalaban que comenzaban a ver alguna reactivación gracias al sector privado, una vez que ya había pasado lo peor de ajuste de shock durante el primer trimestre.
Sin embargo, el rebote es muy lento. En primer lugar, remarcan, debido a que se trata de un sector muy elástico para achicarse. Lo que ocurrió es que, ante la crisis, las empresas pudieron reacomodarse rápidamente, sobre todo gracias a la modalidad de contratación temporal. Esto redundó en la pérdida de al menos unos 120.000 empleos en la construcción durante 2024, precisó Weiss. De este modo, lograron adaptarse a la nueva realidad y ser rentables nuevamente. Pero, al contrario, la falta de una perspectiva clara las lleva a no crecer con la misma rapidez, y los gremios lo sufren.
En segundo lugar, advierten, está el factor macro. En el contexto del atraso cambiario, la inversión por metro cuadrado cuesta casi el doble que hace dos años atrás. En Córdoba, por ejemplo, pasó de 800 dólares a 1.400 dólares actualmente. Si no resulta rentable para las constructoras locales, menos aún lo es para la minoritaria porción de empresas extranjeras que invierten en el sector, señalaron con preocupación.
La única esperanza, dicen en los pasillos de la convención, está puesta en que el nuevo blanqueo de Caputo permita la inversión de fondos del colchón hacia el sector inmobiliario, y que eso derive en una dinamización de las construcciones desde el pozo. Con todo, el factor principal, nuevamente la obra pública nacional, seguirá brillando por su ausencia.
Info: Javier Slucki