La investigación que "cambió la historia" de Lula y Moro
Leandro Demori dirigía el sitio web The Intercept Brasil cuando saltó la filtración de chats entre el exjuez Sérgio Moro y el fiscal Deltan Dallagnol. El comunicador habló sobre los cambios que introdujo la filtración en el periodismo.

El periodista Leandro Demori, quien dirigió el sitio web The Intercept Brasil cuando en junio de 2019 dieron a conocer el caso Vaza Jato, la filtración de chats entre el exjuez de la operación Lava Jato, Sérgio Moro y el fiscal Deltan Dallagnol, dialogó con Télam sobre los cambios que introdujo la filtración en el periodismo y estimó que la investigación "cambió la historia" del magistrado y del hoy presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Una de las causas de la Operación Lava Jato, que reveló una red de corrupción y sobornos entre Petrobras y empresas constructoras contratistas, fue conducida por el exjuez Moro, quien en 2018 condenó a prisión Lula e impidió que sea candidato en las elecciones en las que finalmente triunfó Jair Bolsonaro.
El 9 de junio de 2019, The Intercept publicó la primera nota con datos de las filtraciones de los chats de la aplicación Telegram entre Moro y la fiscalía del caso, mientras estaba en curso la investigación, algo prohibido por la Constitución y el Código Penal.
Demori lideró el medio definido como independiente desde el inicio de la investigación y vio cómo ésta tuvo efectos en la Justicia, ya que la Corte Suprema anuló las causas contra Lula.
El periodista dialogó con Télam en Buenos Aires, donde acompañó a la directora Maria Augusta Ramos al Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos (FICDH) para presentar el documental "Amigo Secreto" que filmó la investigación de The Intercept y sus efectos, incluida la liberación de Lula.

Vaza Jato expuso los chats que mostraron que la justicia y la fiscalía de la causa Lava Jato coordinaron una estrategia conjunta. The Intercept accedió a esa filtración. ¿Cómo es la normativa en Brasil sobre el origen del material?
Leandro Demori: En Brasil las normas que regulan el ejercicio del periodismo son muy buenas, protectoras y garantistas. Si recibís materiales de una fuente, no importa si ésta lo obtuvo de modo legítimo o ilegítimo. En este caso no sabíamos si era una persona o dos y nos pidió anonimato. Lo que nos interesaba como periodistas era si el material era verdadero, confiable y había interés público. Como eran conversaciones de cerca de tres años y medio, demoramos para filtrarlas porque había chats privados con familiares, etc. Eran miles de archivos y cada uno que abríamos era un chat de dos o más personas. Debíamos entender quiénes eran, porque algunos solo tenían el número de teléfono. Cuando vimos que era un archivo sólido y de interés público, no nos importó quién era la fuente. La intención del juez y fiscales era que publicáramos todo el material, para que diéramos la información que no era de interés público y así cayéramos en la trampa. Jamás publicamos todo. Tampoco confiamos solo en los chats, si no que chequeamos con fuentes paralelas y otros documentos.
¿Creés que Lula hubiese salido en libertad si no hubiesen existido este tipo de investigaciones?
LD: Tal vez lo dejaban en libertad años después o por otro motivo. Pero el cómo y la velocidad con la que sucedieron las cosas; la rehabilitación política, su participación en las elecciones de 2022, etc. No, no creo que hubiese sucedido sin eso. Creo que también cambió la perspectiva de la Corte sobre la parcialidad de Moro y sobre la prisión dictada en segunda instancia. De hecho, los jueces citaron las conversaciones (del Vaza Jato) entonces creo que sí, cambiaron la historia.
¿Cuál es el legado de la Lava Jato?
LD: Lava Jato dejó una fractura social en Brasil. Fue una operación que descubrió corrupción en Petrobras. La cual es histórica, esa no era la novedad. El problema es que se convirtió en una operación política y lo vimos con las filtraciones. El juez, la fiscalía, y demás, todos tuvieron durante tres o cuatro años intensas conversaciones privadas. Se vio que intentaron politizar la operación y hacer una mitificación de Moro, Dallagnol y todo el grupo. A diez años podemos decir que los intereses de Lava Jato no eran los de Petrobras o del pueblo de Brasil, sino que eran los de compañías y gobiernos extranjeros que enflaquecieron las empresas brasileñas. Petrobras, tuvo que pagar multas millonarias en EEUU -porque cotizaba en su bolsa- por un proceso de corrupción que sucedió en Brasil, con plata brasileña, con políticos brasileños. Y después de las filtraciones vimos que los agentes del FBI estaban en Brasil conversando en secreto con la Fiscalía brasileña. Esto está documentado, no es una teoría conspirativa. Accedimos a esos documentos.
Cuando publicaron los chats, Moro estaba en una carrera ascendente, había salido del Poder Judicial para ser ministro de Justicia de Bolsonaro, y Dallagnol fue diputado hasta que recién ayer la Cámara baja aceptó la decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE) de retirarle la banca porque tenía causas y condenas en su contra, algo que la ley en Brasil no permite a quien es candidato.
LD: Si no se hubiesen publicado las filtraciones, probablemente Moro sería juez de la Corte o presidente, entonces sí, Moro en 2022 fue electo senador y Dallagnol diputado, pero es un futuro mucho menos brillante del que pensaban cuatro años atrás.
Trabajaste con el periodista Glenn Greenwald, quien publicó las revelaciones de Edward Snowden sobre programas de vigilancia de Estados Unidos ¿Fueron casos similares desde lo periodístico?
LD: En el caso de Snowden él mismo era una fuente especializada en el contenido que revelaba, entonces era capaz de mostrar los archivos, podía decir "esto es esto". En nuestro caso, no era una fuente especializada, no conocía mucho del contenido del archivo.
¿Cambió algo en el periodismo de Brasil el hecho de que esta filtración la haya hecho un medio independiente y pequeño?
LD: Sí, antes de publicar las filtraciones teníamos un financiamiento colectivo, un crowdfunding. Andaba bien, pero después de la publicación de las filtraciones, explotó. Las personas comenzaron a conocer The Intercept y vi replicarse este modelo de financiamiento en otros medios. Eso fue muy importante para el ecosistema de medios independientes. Hasta el mainstream empezó a cambiar. Tomamos una posición no neutral, porque éramos un medio chico, sabíamos que había riesgos de ser procesados o investigados, como de hecho fuimos. Necesitábamos usar la imagen pública para darnos a conocer como personas y no como un sitio oscuro, oculto, sino decir "somos Glenn, Leandro...", y esto no es una tradición del periodismo en Brasil. Tuvimos muchas críticas de colegas.
¿Qué desafíos presentan este tipo de filtraciones para poder chequearlas?
LD: Es muy difícil. En nuestro caso teníamos varias condiciones que hacían creer que el contenido era íntegro, por ejemplo, era muy extenso y era imposible crear todo ese material. Segundo, buscamos en los chats nombres de periodistas, los contactamos y les pedimos en confianza que nos envíen una conversación, por ejemplo, del 4 de mayo 2017 y le decíamos "después te digo por qué". Comparábamos y eran idénticas. También por ejemplo con un presentador de TV muy famoso, que no sigue política, y que en uno de los chats habló con Moro sobre marketing, sobre cómo comunicar, era algo informal. Y él confirmó lo que decía el archivo al que accedimos. Era imposible inventar esos chats. Cuando comenzamos a publicar, los protagonistas de la Lava Jato no negaron los chats y los 12 o 14 fiscales del caso borraron los chats de sus teléfonos un mismo día.
Info: Telam