La verdadera historia de cómo el coronavirus llegó a la Casa Blanca y acabó llevando a Trump al hospital

06.10.2020

Una multitudinaria recepción en el jardín acabó convirtiéndose en el foco del contagio

Cuando el sábado 26 de septiembre minutos antes de las cinco de la tarde la prensa cruzó los pasillos del Ala Oeste de la Casa Blanca y fue conducida por el Servicio Secreto hasta el rosal que hay ante el Despacho Oval, la escena parecía de otro tiempo. Concretamente, el tiempo en que no había una pandemia global que ha matado a más de un millón de personas.

La razón es que había 160 personas sentadas en una decena de filas de sillas blancas, apretadas unas contra otras, sin guardar distancia de seguridad ni llevar mascarillas. En esta multitud había abundante población de riesgo, por su edad avanzada. Eran senadores, ministros, empresarios, reverendos, rectores, la primera dama y hasta el vicepresidente, reunidos para escuchar de primera mano el anuncio de que Donald Trump había elegido como candidata al poderoso Tribunal Supremo de EE.UU. a la juez Amy Coney Barrett.

Lo que habría en el rosal de la Casa Blanca aquel cálido sábado de finales de septiembre era alguien con coronavirus, que se convirtió en un foco de contagio que ha dejado al presidente de la primera potencia mundial en el hospital, su mujer en cuarentena, tres senadores aislados y la campaña electoral en suspenso a menos de un mes del día de votación. La alcaldesa de Washington ya ha puesto el grito en el cielo porque además en la fase dos de la reapertura, en la que está en este momento la capital federal, están estrictamente prohibidas las concentraciones de más de 50 personas en espacios al aire libre.

Todavía más alarmante fue, sin embargo, que después, fuera de las cámaras, Trump y la juez Barrett saludaran a los invitados dentro de la Casa Blanca, en la sala dedicada a los recibimientos diplomáticos. El virus también se propagó allí, y hasta la fecha ha infectado a siete personas, incluido el presidente.

Al día siguiente, domingo, Trump preparó el debate electoral que iba a tener lugar el martes con dos de sus principales asesores: el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie, que padece sobrepeso y hoy está ingresado por coronavirus, y el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani, que tiene 76 años y está por tanto en grupo de riesgo. Por la tarde apareció con ambos en la sala de prensa de la Casa Blanca, un diminuto espacio cerrado donde había una veintena de periodistas, la inmensa mayoría con mascarilla y guardando distancia de seguridad. No hubo preguntas sobre la pandemia, centrados como estaban los medios en la revelación del -New York Times- de que a Trump la declaración de la renta le había resultado pagar solo 750 dólares al año en 2016 y 2017.

La distancia salvó a Biden

El lunes, el presidente tomó parte en dos actos públicos al aire libre en la Casa Blanca: la presentación de un nuevo modelo de camioneta eléctrica hecha en Ohio y una actualización sobre los avances en el tratamiento y la vacuna del coronavirus. En ambas apariciones a Trump, en las que no lució máscara, se le vio bien de salud, sin síntoma alguno del virus que ya comenzaba a incubar. El martes, el presidente viajó con su familia a Cleveland, la ciudad de Ohio donde tuvo lugar el debate presidencial. Su oponente, Joe Biden, estuvo 1,8 metros de él, y por primera vez desde hace décadas no hubo apretón de manos al principio para prevenir contagios, algo que bien pudo haber salvado al demócrata, que tiene 77 años, de contraer el virus. Entre el público, la primera dama, que también era portadora del virus, y todos los hijos del presidente tomaron asiento y se quitaron las mascarillas, desobedeciendo las peticiones de los organizadores.