Nancy Wake, la espía que plantó cara a los nazis: “Solo me arrepiento de no haber matado a más”

10.09.2020

Una novela recupera la fascinante historia de esta heroína de la resistencia francesa

La vida de Nancy Wake no solo fue larga, sino ancha. Nació el 30 de agosto de 1912 en Wellington (Nueva Zelanda) y murió el 7 de agosto de 2011 en Londres, convertida ya en leyenda, en mito. En sus casi 99 años de vida fue muchas cosas: una niña pobre con una infancia más bien dura; una corresponsal del grupo Hearst que llegó a entrevistar a Hitler en 1933; una líder de la resistencia francesa perseguida por la Gestapo, que la apodó como "Ratón Blanco" y ofreció cinco millones de francos por su cabeza; una espía para el Reino Unido que se lanzó en abril de 1944 en paracaídas en la región de Auvernia para preparar el desembarco de Normandía; la mujer más condecorada por los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Casi nada.

Su sorprendente figura ha encandilado durante mucho tiempo a los historiadores, pero ahora ha dado el salto a la literatura con -Liberación- (Planeta), una novela firmada por Imogen Kealey, seudónimo de la dupla formada por Imogen Robertson y Darby Kealey. Su libro, de alguna forma, viene a reivindicar la ficción para comprender una biografía inverosímil pero cierta. "La vida real a menudo es demasiado compleja para caber en las páginas de un libro. En una novela inventamos para entregar una verdad", declara Imogen Robertson.

El libro narra cómo ella se convirtió en un personaje fundamental de la resistencia en Francia y, después, cómo huyó al Reino Unido, donde se formó en el Servicio de Operaciones Especiales (SOE). "El SOE entrenó a varias mujeres que se lanzaron en paracaídas detrás de las líneas enemigas. A menudo trabajan como mensajeras u operadoras de radio, y muchas de las que fueron descubiertas terminaron asesinadas por los nazis, como Violette Sazbo o Vera Leig. Recibieron el mismo entrenamiento que los hombres de la SOE, incluidas las habilidades de combate y sabotaje", explica Robertson.

A Inglaterra llegó después de que los nazis capturaran y secuestraran a su marido, el empresario Henri Fiocca, por lo que ella convirtió la guerra en algo personal. Sin embargo, su deseo de estar en el centro de la acción (de la Historia), parece que era algo anterior y más profundo. "Si la guerra estallara antes de que se conocieran, estoy seguro de que todavía estaríamos hablando de esta heroína de la resistencia -opina la autora-. Después de sus experiencias como periodista, al ver la matanza y la crueldad de los nazis juró que lucharía contra ellos".

Se calcula que causó más de mil bajas en las filas de Hitler. Ha pasado a la posteridad el momento en el que degolló a un soldado con sus propias manos para evitar que diera la voz de alarma, un episodio que tal vez sirva como resumen de quién fue Nancy Wake aquellos años. "Odio la guerra pero no veo por qué las mujeres tenían que contentarse haciendo punto para sus maridos, que estaban en el frente; he matado a muchos alemanes y solo me arrepiento de no haber matado a más", afirmaba ella.

Muchísimo tiempo después, en 2011, sus restos mortales fueron incinerados y esparcidos en los campos de Montulçon en Francia. Era su última voluntad: allí había combatido a los nazis.