Rommey vuelve a la vida política con un duro ataque al presidente Trump

04.01.2019

Quien fuera candidato republicano a las elecciones presidenciales de 2012, asegura que el cargo "le viene grande"

Trump estrecha la mano de Romney tras comer juntos en su club de golf en noviembre de 2016

Los votantes conservadores desesperados por cómo Donald Trump está gobernando EE.UU. han encontrado en Mitt Romney a un nuevo e inesperado referente moral. Quien fuera candidato republicano a las elecciones presidenciales de 2012 se estrena hoy en el Capitolio como senador por Utah con una polémica tribuna en la que se despacha a gusto contra el actual inquilino de la Casa Blanca.

"Su comportamiento en los pasados dos años, en especial sus decisiones el pasado mes, son la prueba de que a este presidente le viene grande el cargo", escribió ayer Romney en el diario -The Washington Post-. "Con una nación tan dividida, resentida y enfadada, se necesita de forma indispensable un liderazgo presidencial con buen carácter. Y es en este apartado donde el titular se queda muy corto".

Romey perdió frente a Barack Obama en una campaña en la que huyó de las estridencias y de ataques como el que ayer le dedicó a Trump. En las primarias republicanas de 2016 criticó abiertamente a Trump con la intención de que no lograra la nominación. Pero después de que este último ganara inesperadamente la presidencia, ambos políticos trataron de reconciliarse.

Trump llegó a considerar a Romney como secretario de Estado, o al menos eso filtró él mismo a la prensa, junto a una foto de ambos comiendo en su club de golf de Nueva Jersey en noviembre de 2016. El año pasado, el presidente apoyó a Romney en su candidatura al Senado. Ayer, Trump se lo recordó. "Ojalá Mitt fuera más leal. Le apoyé en las elecciones y entonces me dio las gracias. Sin mí, no hubiera ganado", dijo en declaraciones durante su consejo de ministros.

Romney ha decidido tomar el testigo de quien fue su predecesor como candidato republicano a la presidencia, el fallecido senador John McCain. El veterano soldado fue un rebelde incorregible, fiel a sus convicciones y crítico con todas las decisiones con las que no estaba de acuerdo, fueran de un demócrata o de un republicano. Tan distanciado estaba de Trump que su familia no invitó al presidente al funeral que se celebró en su honor en septiembre.