“Se necesita una nueva definición de belleza en Ucrania”: el creciente número de amputados en la guerra contra Rusia
A medida que avanza la contraofensiva de Ucrania -con progresos limitados y sin cambios decisivos- el número de amputados en el país sigue aumentando en forma vertiginosa.

Sólo en el primer semestre de este año hubo 15.000 nuevos amputados, según informó el Ministerio de Salud en Kyiv, aunque no reveló cuántos son soldados. Las autoridades son cuidadosas a la hora de divulgar esos datos, pero es probable que la gran mayoría de las víctimas sean militares.
Ucrania ha tenido más amputados en seis meses que los que tuvo Reino Unido en los seis años de la Segunda Guerra Mundial, cuando 12.000 de sus hombres y mujeres militares perdieron extremidades.
Y puede que haya muchos más amputados por venir en la guerra más reciente de Europa. Ucrania es el país más minado del mundo, según el exministro de Defensa del país, Oleksii Reznikov.
La guerra de Rusia está creando aquí un ejército de amputados, una cinta transportadora de cuerpos destrozados. Nos reunimos con algunos de ellos en una clínica de rehabilitación en la capital, Kyiv, y en un hospital en el sureste de Ucrania.

El único pensamiento de Alina Smolenska cuando su marido Andrii resultó herido fue acercarse a su cama. "Sólo quería estar con él, tocarlo, decirle que no está solo", relata. "En situaciones como esta, cuando una persona necesita apoyo, le toco la mano".
Pero cuando la joven encontró a su esposo en el hospital eso fue imposible. "Vi que Andrii no tenía manos, así que simplemente le toqué la pierna y comencé a hablar con él", relata.
"Le dije: 'Somos una familia. No te preocupes. Por supuesto, habrá algunos momentos duros, pero estamos juntos'". Horas antes, Andrii Smolenskyi había comandado una pequeña unidad de reconocimiento en el frente sur de Ucrania.
Andrii no había pensado en ser soldado, pero cuando la guerra comenzó se ofreció rápidamente como voluntario para luchar.
El joven de 27 años estaba saliendo de una trinchera cuando una explosión sacudió violentamente la tierra y el cielo. Su siguiente recuerdo es el de despertarse en el hospital. "Sentí todo como un sueño", dice, "todo estaba muy oscuro". Lentamente se dio cuenta de que no podía mover las manos y que algo estaba en sus ojos, cubriéndolos.
Andrii perdió la vista, la mayor parte de la audición y ambos brazos: uno fue amputado por encima del codo y el otro un poco más abajo. Trozos de metralla estaban incrustados profundamente debajo de su piel. Su rostro tuvo que ser reconstruido.
Cuatro meses después nos reunimos en una clínica de Kyiv donde realiza su rehabilitación, junto con otros veteranos de guerra. Andrii es alto y delgado, de buen humor y una voz ligeramente ronca. Su última cirugía fue para quitarle un tubo de respiración del cuello.

Alina está sentada a su lado, en su cama de hospital, con la cabeza recostada en el hombro de su esposo y la mano apoyada en su rodilla. Sus palabras y sus risas a menudo se mezclan. Ella también tiene 27 años: es pequeña, rubia y un bastión de fuerza.
"Mi esposa es increíble", señala Andrii. "Ella es mi heroína, conmigo al 100%".
Alina le ha apoyado durante sus lesiones y su batalla por adaptarse, durante sus 20 operaciones (habrá más) y sus sesiones de fisioterapia. Cuando tiene sed, ella le acerca suavemente una pajita a los labios. Ahora él ve el mundo a través de los ojos de su pareja.
Andrii está "agradecido a Dios" por haber escapado a cualquier lesión cerebral. Su nombre de guerra en el ejército era "el apóstol" y cree que su supervivencia fue milagrosa. "Psicológicamente fue difícil superar eso, pero cuando acepté mi nuevo cuerpo, diría que me sentí bien", asegura. "Desafío aceptado."
Los médicos esperaban que permaneciera en coma durante tres días después de la lesión. Pero solo un día después ya estaba consciente. Alina dice que su marido es "terco, en el buen sentido de la palabra".
Cuando se conocieron una tarde de verano de 2018, ella se enamoró desde el principio. "Me di cuenta de que era una persona excepcional", relata, "extremadamente inteligente y reflexivo".
Compartían el amor por el aire libre y el senderismo en los montes Cárpatos. Este mes hace cuatro años que se casaron. Y la adversidad los ha acercado aún más. "Creo que en los últimos tres meses comencé a amarlo aún más", dice Alina riendo, "porque me dio mucha motivación, mucha inspiración".
La pareja quiere demostrar que la vida continúa después de lesiones que cambian la vida. "Haremos todo lo posible para afrontarlo", afirma Alina, "y con nuestro ejemplo demostraremos a todos que todo es posible".
Andrii era un soldado poco común. Antes de la guerra trabajaba como consultor financiero y era un nerd confeso, a quien le gustaba cantar en la iglesia y hablar de filosofía. Pero el joven se ofreció como voluntario poco después de la invasión rusa en febrero de 2022. Para él se trataba de una batalla entre el bien y el mal, "una guerra de valores".
Ahora su batalla está en el gimnasio, donde entrena dos horas al día para recuperar fuerzas y mejorar el equilibrio. También asumió una nueva misión: ayudar a quienes vengan después de él.
"Ucrania nunca ha tenido un número tan grande de amputados y de personas ciegas por la guerra", afirma. "Nuestro sistema médico no está preparado en algunos aspectos. Algunos veteranos de guerra llegan con casos realmente complejos". Y la legión de amputados de Ucrania está creciendo, mina tras mina y proyectil tras proyectil.
Info: Orla Guerin, BBC News