Un Anclaje de Confianza en el Océano de la Incertidumbre: El Respaldo de EE. UU. a la Argentina

26.09.2025

El apoyo del Tesoro de EE. UU. es un salvavidas que le da al gobierno un respiro, pero no es una solución definitiva. Es, en esencia, credibilidad prestada. El verdadero desafío para el gobierno de Milei será transformar este apoyo externo en una gobernabilidad sostenible a través de la construcción de consensos internos.

En un contexto de elevada tensión financiera, la administración argentina ha recibido un espaldarazo significativo desde la cúpula del poder económico global. A través de un comunicado inusual, el Tesoro de Estados Unidos ha manifestado su disposición a "hacer lo que sea necesario" para respaldar la estabilidad económica del país. Este pronunciamiento, que resonó con fuerza en los círculos financieros, se interpreta como un claro voto de confianza en las políticas de ajuste que lleva adelante el gobierno, una señal de que las grandes potencias ven con buenos ojos el sendero de equilibrio fiscal y liberalización que ha emprendido la gestión actual.

Este gesto, sin embargo, no es un cheque en blanco. El respaldo, si bien crucial, se percibe como una herramienta para afianzar el orden fiscal y monetario, y se espera que los fondos se destinen directamente al repago de la deuda de mercado. Esto podría lograrse a través de operaciones de recompra o de la creación de una cuenta específica para tal fin. La premisa es clara: despejar los horizontes de deuda, fortalecer las reservas y consolidar la disciplina fiscal. Este apoyo externo llega en un momento de particular fragilidad, donde la economía, a pesar de mostrar signos de recuperación macroeconómica, se enfrenta a una persistente desconfianza interna.

El juego de la deuda y el apoyo externo

La ayuda prometida por el Tesoro de EE.UU. tiene un destino claro y específico: el repago de la deuda de mercado. Esta operación puede instrumentarse de dos maneras: a través de operaciones de recompra de deuda o mediante el depósito de los fondos en una cuenta especial designada para tal fin. La recompra de deuda implica que el Estado argentino utiliza los fondos para comprar sus propios bonos en el mercado secundario. Esto no solo reduce la cantidad de deuda en circulación, sino que también influye en la percepción de riesgo del país, mejorando la cotización de sus bonos.

Es fundamental comprender que esta ayuda, bien gestionada, no expande la deuda, sino que la reestructura y alivia la presión de los vencimientos. Esto es clave para entender la diferencia con la dinámica del rollover (la refinanciación de la deuda que vence con una nueva emisión). Si bien el rollover permite posponer los pagos, a menudo a un costo financiero más alto, y en última instancia, puede aumentar la carga total de la deuda a largo plazo, el apoyo de EE.UU. se presenta como una herramienta para sanear las finanzas, no para patear el problema para adelante. Esta estrategia contrasta drásticamente con la política de endeudamiento del gobierno de Mauricio Macri, que, si bien buscó reinsertar a Argentina en los mercados de capitales, terminó con un crecimiento de la deuda externa insostenible, sumado a un préstamo histórico del FMI.

La crisis de confianza, un fantasma recurrente

A pesar de los sólidos indicadores económicos que la gestión actual ha logrado exhibir —como un superávit fiscal, un nivel récord de exportaciones y costos laborales unitarios en niveles de 2008—, el mercado ha reaccionado con una volatilidad extrema, alimentando una corrida cambiaria que, a simple vista, no parecía justificada por los fundamentos.

Para entender este fenómeno, es inevitable compararlo con las dinámicas que hemos visto en gobiernos anteriores. Durante la presidencia de Mauricio Macri, por ejemplo, la economía también buscó insertarse en los mercados internacionales y recibió un apoyo considerable, como el préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI). No obstante, ese intento también se vio jaqueado por una crisis de confianza que, en parte, se originó en la falta de resultados rápidos y en la percepción de un plan económico que no terminaba de cuajar para la sociedad, lo que llevó a la desintegración del respaldo inicial.

Por su parte, el kirchnerismo (en sus diferentes etapas, desde el primer gobierno de Néstor Kirchner hasta el de Alberto Fernández y Cristina Kirchner) solía enfrentar la desconfianza del mercado con una mayor intervención estatal, controles de precios y cepos cambiarios. Aunque estas medidas buscaban proteger la economía de la volatilidad, muchas veces generaban un mercado paralelo, fomentando la especulación y las crisis de escasez de divisas. La gestión de Alberto Fernández-Massa, en particular, se caracterizó por una constante lucha contra la inflación y la fuga de capitales, que se intentó contener con medidas de control cada vez más estrictas, sin lograr la estabilidad deseada. En todos estos períodos, la confianza fue el factor determinante, y la Argentina, con su largo historial de crisis y defaults, tiende a operar bajo la premisa de que el próximo colapso es inminente.

Este "default setting" de los argentinos, la asunción de que el populismo y el déficit son un destino inevitable, ha generado un ciclo de crisis autocumplidas. Los indicadores macroeconómicos favorables, como el superávit y la solidez de las reservas, son vistos como un "veranito", una pausa temporal antes de que todo vuelva a derrumbarse. Esta lógica del pánico irracional es la que ha llevado a que el dólar sea percibido como el único refugio posible, desatando una corrida cambiaria que ignora por completo los fundamentos económicos.

El rol del Congreso y el camino hacia la gobernabilidad

Es importante destacar que el respaldo externo, por más sólido que sea, no es una solución definitiva. El actual gobierno de Javier Milei, a pesar de su reciente victoria electoral, aún no cuenta con la mayoría legislativa necesaria para llevar a cabo las reformas estructurales que considera clave para el futuro del país. La aprobación de leyes en el Congreso se vuelve un desafío titánico, y la capacidad de generar consensos políticos es tan importante como el apoyo del Tesoro de EE.UU.

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Los gobiernos anteriores también se enfrentaron a esta misma encrucijada. Macri tuvo que lidiar con un Congreso hostil en gran parte de su mandato, lo que limitó su capacidad de acción. Por su parte, el kirchnerismo en sus momentos de mayor poder legislativo pudo aprobar reformas de gran calado, pero la falta de diálogo con la oposición generó una profunda polarización. En este sentido, la capacidad del actual gobierno para negociar, construir alianzas y convencer a la oposición de la necesidad de sus reformas será la prueba de fuego de su gobernabilidad. El respaldo de EE.UU. puede proveer un respiro, una credibilidad prestada, pero el éxito a largo plazo dependerá de la capacidad de la dirigencia argentina de generar consensos internos.

Conclusión

En un escenario complejo, el respaldo de Estados Unidos se presenta como un factor de estabilidad que podría permitir al gobierno sortear la coyuntura de incertidumbre política y económica. Sin embargo, la batalla más difícil no se libra en el exterior, sino en el frente interno. La gobernabilidad que necesita el país para llevar adelante sus reformas estructurales solo se puede lograr a través de la política, del diálogo y del consenso. Por más sólidas que sean las bases macroeconómicas, la confianza es el motor que mueve la economía, y esa confianza debe ser ganada y sostenida día a día, con resultados tangibles y con la construcción de puentes que permitan a la sociedad y al mercado creer que esta vez, el rumbo es diferente. El apoyo externo es una señal esperanzadora, pero la verdadera prueba de fuego será la capacidad de la política argentina de madurar y dejar atrás los fantasmas del pasado.

Aníbal Sebastián Mercaich; Economista