Putin impulsa la integración de Crimea cinco años después de su anexión
Un lustro después de la anexión, Putin está completando su objetivo de conectar totalmente la península con el continente ruso, reforzando el suministro energético y el transporte.

El 18 de marzo de 2014, el quiosco de Irina Valiulina, en Tamán, una pequeña localidad rusa en una de las bahías del estrecho de Kerch, se quedó sin banderas de Rusia. El fervor patriótico desencadenado por la firma del decreto de anexión por el presidente Putin sacó a mucha gente del pueblo (donde viven unos 10.000 habitantes) a la calle para celebrar lo que, en terminología del Kremlin, se promociona como el "regreso".
Los rusos, como esta risueña vendedora de 53 años, siguen apoyando mayoritariamente la adhesión. También en Crimea las cifras son buenas: un 72% de los crimeos (un 62% de los menores de 24 años) cree que ha tenido un efecto positivo
La aprobación del presidente ruso, que ha mostrado un apetito voraz por ganar territorios para alimentar su idea del "resurgimiento de Rusia", alcanzó un 86% tras la anexión de la península de Crimea; solo un par de meses antes estaba en un 65%, según datos del Centro Levada (independiente). Y explotar ese discurso sobre un Occidente hostil y rusófobo le llevó a ganar con un 76% las elecciones hace justo un año. Algo similar ocurrió con la breve guerra con Georgia en 2008, cuando Putin alcanzó un 88% de aprobación y Rusia se hizo con Osetia del Sur y Abjasia en un gesto que, para John Lough, del think tank Chathan House, y otros analistas, marcó la política exterior que se consolidaría con la anexión de Crimea.
El Kremlin, al margen de toda condena internacional, sigue impulsando sus proyectos para acelerar la integración de la península. Ha invertido en un nuevo aeropuerto, en algunos proyectos de turismo en el sector vitivinícola y en reforzar la presencia militar. Y hace diez meses, a lomos de un camión de fabricación rusa, el presidente ruso inauguró el puente de Crimea, una pasarela de 19 kilómetros sobre el estrecho de Kerch, que para muchos simboliza su afán expansionista. En los primeros seis meses tras su apertura, ya lo han atravesado unos tres millones de vehículos, según las autoridades. La pasarela se completará a finales de este año con una línea férrea.
Y ese enlace por tren, que tendrá un coste adicional de unos 1.700 millones de dólares, supondrá un paso más en la conexión total con Crimea, como apuntó el líder ruso hace unas semanas en su discurso anual sobre el estado de la nación. Hoy, cuando se cumple justo un lustro desde que firmó el decreto de anexión, está previsto que Putin visite la península e inaugure una de las dos nuevas centrales térmicas, como culminación de una serie de eventos en distintas zonas de Rusia y en la península, que se han llamado "la primavera de Crimea". Todo con eventos tan vistosos como el despliegue de una gigantesca bandera rusa en Crimea por parte de los Lobos de la Noche, los motociclistas rusos ultranacionalistas y fervientes admiradores de Putin y de Stalin.